Interesantísima conferencia de Mercedes del Amo, profesora titular de la Universidad de Granada y Biógrafa de Salvador Vila.

Salvador Vila, Salamanca 1904-Granada 1936.
Fue fusilado por sus ideas y sin procedimiento legal, el 23 de octubre de 1936 en VIznar. Le quitaron la vida e intentaron borrar su memoria. Su cuerpo lleva 80 años enterrado en una fosa común en el barranco granadino de Víznar. El rector fue ejecutado a sangre fría de manera perfectamente planificada por el régimen franquisata. Mercedes del Amo vincula su ejecución con la caída en desgracia de Miguel de Unamuno con el que mantenía una estrecha amistad.

Según el periódico Granadahoy en el artículo titulado: ”Salvador Vila. Retrato de un rector” a Salvador Vila la sublevación le pilla en Salamanca, donde fue detenido junto a su mujer justo al día siguiente de que Unamuno se reuniera con Franco para criticarle “sus métodos para salvar la civilización occidental”.

Salvador Vila murió con 32 años, ya había estado en la cárcel con apenas 21, por repartir octavillas contra la dictadura de Primo de Rivera y había sido desterrado a Chafarinas un año después, aunque la pena le fue anulada a los 15 días, cuando fue indultado por el cumpleaños del rey Alfonso XIII. Todo esto lo hizo muy popular entre los jóvenes universitarios.
Podéis leer un resumen de lo que fue la vida de este discípulo y amigo de D. Miguel: Salvador Vila, en este enlace perteneciente al periódico GranadaHoy.

Gracias Mercedes del Amo por tu presencia en la Asociación y por tan interesante conferencia.

Leer texto de GranadaHoy

El cuerpo de Salvador Vila (1904-1936) lleva 80 años enterrado en una fosa común en el barranco de Víznar. El rector de la Universidad de Granada fue fusilado en la madrugada del 23 de octubre de 1936, le quitaron la vida e intentaron borrar su memoria. No fue hasta la Transición cuando se pintó el tradicional cuadro que la Universidad hace de cada rector, aunque con un letrero en el que se decía que «cesó en su cargo el 23 de julio de 1936». Sin más. Ya en 2005 la placa fue sustituida por otra en la que se especifica que «fue fusilado por sus ideas y sin procedimiento legal el 23 de octubre de 1936 en Víznar».

Uno de los intelectuales que impulsó que Salvador Vila tuviera su retrato en el Hospital Real, el decano de Derecho José Manuel Pérez-Prendes, publicó previamente en 1976 un artículo en el que recuperaba la historia del rector fusilado, tras lo que recibió diversas amenazas de muerte para él y sus hijos, una de las razones de peso para dejar Granada y establecerse en Madrid.

A diferencia de Federico García Lorca, cuyo asesinato molestó a Francisco Franco por la dimensión internacional del poeta, el rector de la Universidad de Granada fue ejecutado a sangre fría de manera perfectamente planificada por el régimen. Mercedes del Amo, autora de Salvador Vila, el rector fusilado en Víznar, vincula su ejecución con la caída en desgracia de Miguel de Unamuno, con el que mantenía una estrecha amistad.

La sublevación le pilla en Salamanca, donde fue detenido junto a su mujer justo al día siguiente de que Unamuno se reuniera con Franco para criticarle «sus métodos para salvar la civilización occidental». Le pide que libere a algunos amigos que permanecen detenidos y, justo al día siguiente, el rector es apresado en Salamanca junto a su mujer a la vuelta de un paseo. Para Del Amo, las fechas hablan por sí solas. «El 6 de octubre Unamuno habló con Franco, le pidió la libertad de dos amigos y criticó sus métodos represivos, Vila fue detenido el 7 del mismo mes; el día 12, día de la Hispanidad, ocurrieron los sucesos del Paraninfo, cuando Unamuno fue salvado por la propia Carmen Polo, el día 22 el escritor y filósofo vasco es cesado como rector perpetuo por una orden firmada personalmente por Franco y en la madrugada del día 23 es fusilado Vila, cuya vida había permanecido salvaguardada hasta ahora por el maestro y amigo».

Así que fue trasladado a Granada el 9 de octubre, la ciudad de la que procedían los cargos contra un hombre cuyo delito había sido ser rector de la Universidad durante la República. «Hasta finales del 36 no comenzaron a hacerse la pantomima de los juicios, antes los fusilaban sin más», advierte Del Amo. La acusación procedía de las «personas de derechas que estaban en la Universidad». La investigadora señala que «es posible» que entre ellos estuviera Marín Ocete, rector de la Universidad en dos etapas diferentes, antes y después del alzamiento. «El mismo Gallego Morell, hijo del alcalde Gallego Burín, explica que cuando le llamaron para jurar el segundo rectorado estaba defendiendo Santa María de la Alhambra con un fusil a favor de los rebeldes», señala sobre un personaje que también se inhibió en su primera etapa cuando una serie de alumnos de la CEDA y la Falange atacaron a alumnos y profesores republicanos. De los ocho catedráticos que firmaron una moción de censura contra Marín Ocete por estos sucesos «cinco de ellos fueron fusilados» cuando estalló la Guerra Civil.

Salvador Vila murió con apenas 32 años. Ya había estado en la cárcel con apenas 21 años por repartir octavillas contra la dictadura de Primo de Rivera y había sido desterrado a Chafarinas un año después, aunque la pena fue anulada a los 15 días cuando fue indultado por el cumpleaños del rey Alfonso XIII. «Todo esto le hizo muy popular entre los jóvenes universitarios», comenta Mercedes del Amo sobre un intelectual que también había trabajado como traductor de alemán para la editorial marxista Cenit. «Creo que había una brecha entre los intelectual internacionalistas y los tradicionalistas», apostilla.

En 1928 conoció en Berlín a la que luego sería su mujer, Gerda Leimdörfer, hija del redactor-jefe del principal periódico judío de Berlín, el Berliner Zeitung am Mittag. Tras ostentar diversos cargos en Baeza y Madrid llegó a Granada en 1933, año en el que obtuvo la cátedra de Cultura Árabe e Instituciones Musulmanas de la Universidad de Granada. En 1934 pasó a ser profesor de la Escuela de Estudios Árabes de Granada y, en diciembre de 1935, tras la marcha de Emilio García Gómez a la Escuela de Estudios Árabes de Madrid, asumió la dirección. En 1936 fue representante de la Facultad de Filosofía y Letras en la Junta de Gobierno de la Universidad de Granada y el 22 de abril de 1936 fue nombrado rector interino.

Los padres de Gerda Leimdörfer, la mujer del arabista, tuvieron que huir de Alemania por estas fechas y acabaron refugiándose en la casa del rector, aunque al poco detuvieron a una amiga de Gerda en Granada que era novia de Alfredo Rodríguez Orgaz, el arquitecto municipal. «Estuvieron detrás de él y como no lo le encontraron fusilaron en Víznar a su novia, una mujer que apenas sabía ni hablar español».

Y aunque «carecía de legitimidad», el comandante Valdés le cesó de su cargo el 24 de julio. Al poco, Gerda Leimdörfer fue acusada de espía rusa y acabó con sus huesos en la cárcel de mujeres. Finalmente fue liberada por la intercesión de Enrique Gómez Arboleya, que tuvo la osadía de presentarse en el despacho del comandante Valdés aunque este tenía un cartel en su mesa en el que decía que cualquier persona que fuera a pedir clemencia por un detenido tendría una multa de 150 pesetas.

Con su marido asesinado fue obligada a bautizarse para salvar la vida con el nombre de María de las Angustias. Finalmente consiguió escapar a Londres y recuperó su identidad. El hermano de Gerda también fue detenido por llevarle comida a la cárcel y «gracias a los oficios del cónsul alemán» la familia Leimdörfer fue deportada. Rudolf consiguió escapar a Argentina y los padres llegaron a Austria a trabajar en una multinacional maderera, pero con la conquista de la Alemania nazi el padre estuvo tres meses en el campo de concentración de Dachau. Gracias a sus buenas relaciones escapó a Inglaterra y estuvo otros tres meses en un campo de concentración mientras investigaban su vinculación con el régimen de Hitler.

Una epopeya que comenzó con el descaro de un hombre que con apenas 21 años dio un paso al frente mientras otros miraban para otro lado. «Le nombraron rector porque la mayoría de catedráticos republicanos estaban metidos en la gran política, parece que quedaba poca gente de izquierda en la universidad y, además, con el clima que había en las aulas no era el mejor momento de aceptar este cargo de responsabilidad que él asumió por su compromiso con la República», concluye Del Amo.

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