La Casa de las Conchas acogió la conferencia “Unamuno en Becedas“ el día 20 de octubre impartida por el becedeño Jesús Gómez Blázquez, todo un enamorado de su pueblo y un experto conocedor de las huellas que dejó el pensador vasco en este pueblo serrano.
D. Miguel veraneó en Becedas los años 1931-1933, pero no sabemos muy bien cuando fue la primera vez que visitó el pueblo serrano. Sus primeros contactos fueron a través de la familia Cuervo, especialmente D. Carlos que era profesor en la Facultad de Medicina y con la finca “La salamanquinas” propiedad de una amiga de Unamuno y de su marido Juan Vicens, conocido bibliotecario.
La finca sería lugar de encuentro para intelectuales de la época como Buñuel, García Lorca, Ramón J. Sender, entre otros. Las tertulias en dicha finca tendrían lugar hasta 1936.

Becedas es un apacible remanso de paz para D. Miguel, la primera mención por parte del intelectual fue en “Por Tierras de Portugal y España”.
Definía su paisaje como netamente teresiano, pues Santa Teresa vivió en el pueblo tres meses, allí se repuso de los problemas de salud que le aquejaban. Teresa está en los escritos y en el pensamiento del escritor. En Becedas Unamuno buscaba a Teresa.
“Paz y sosiego se respiraba en el pueblecito serrano. Su entorno paisajístico las huertas, las fuentes, el arroyo, todo le ayudaba a meditar en un silencio casi místico. D. Miguel anhelaba respirar aire puro y a pleno pulmón”.
De los escritos de Unamuno se desprende su amor a Becedas, en ellos hace espléndidas descripciones de su paisaje: ”Becedas donde el campo es una metáfora”, “Becedas un paisaje que el Señor se detuvo a adornar”, “Su paisaje es un cuadro que enseña como un libro y aún más y mejor”, “Allí donde todo se humaniza y se diviniza”, “En la torre la esquila duerme y la cigüeña sueña”.

Jesús Gómez recurre al anecdotario del pueblo para trazar las huellas que el pensador dejó en Becedas y en sus gentes. Definen a D. Miguel así: ”Silencioso y retraído”, “huraño y hosco”, “aspero y esquivo”. Le recuerdan ceñido a su ropaje oscuro y con su singular binóculo. Como un hombre de costumbres fijas al que le gustaba pasear por la calle Mayor oyendo correr el agua, aguas vivas de los arroyos frente a las aguas muertas de las fuentes.
Más allá de la muerte Becedas recuerda a D. Miguel. En el año 2003 se le tributó un homenaje, una placa recuerda el paso de tan ilustre intelectual por este pueblo serrano, remanso de paz, al que su presencia engrandeció.
La placa recoge el sentir de Unamuno y dice así:

”Aquí, en Becedas, se me llenaba el alma de la visión de las cimas, de silencio y de olvido”.

Gracias Jesús Gómez por mostrarnos como eran los veranos de D. Miguel en Becedas y donde posó su ojo poético el pensador, podemos decir que nada escapó a su sensibilidad.

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