Tertulia unamuniana: «Unamuno publicista»

En esta ocasión la tertulia se desarrolló bajo el título de: «Unamuno publicista».
Os dejamos el texto donde podréis leer la gran actividad periodística desarrollada por el gran intelectual que fue D. Miguel. Su primer artículo lo firma a los 15 años, en 1879 y el último unos meses antes de morir en 1936. 
Leer texto sobre Unamuno publicista

.Unamuno publicista en Salamanca

Francisco Blanco Prieto


El 8 de enero de 1924 decía Unamuno en “Mi primer artículo” publicado en El Noticiero Bilbaíno, que llevaba escritos “más de 4.000 artículos” en diferentes medios periodísticos, hasta contabilizar unos 4.800 artículos al final de sus días, 167 de los cuales fueron publicados en 23 periódicos de la prensa salmantina, de los 129 diarios que hubo en la ciudad entre 1891 y 1936.

Anonadante puede calificarse la producción periodística de Unamuno, más meritoria si consideramos que fue escrita a mano, con plumilla y sin apenas correcciones, – como el resto de su ingente obra -, desde aquel lejano 27 de diciembre de 1879 en que publicó con 15 años de edad su primer artículo en El Noticiero Bilbaíno con el título “La unión constituye la fuerza”, firmado con el seudónimo X, en el que se dolía por la fatídica ley de 31 de julio de 1876, que abolía los fueros vascos dejando sólo “autonomía administrativa”, afirmando que para reponerse de la caída era necesario esfuerzo común y unión, pues sin estas condiciones era imposible levantarse.

Pero no fue éste el único seudónimo que utilizó el joven Unamuno en sus comienzos periodísticos. El autor de este artículo tiene contabilizados 27 sobrenombres, entre los que se encuentran: Yo, Yo mismo, X, Manu Ansari, A.S.G., U., U.J., M. de U., Entrambos Mares, Don Fulgencio, Exóristo, Juan Fernández, Víctor M. M. de U., Menaguito, R.M.C., Un amigo, Tu amigo, Rafael U., Unusquisque, Augusto Pérez Niebla, BaserritarBat, Un suscriptor, J.U., Clemente de Trápaga, Peru Errotaco, Heteros y Errazu. Todos ellos ocultando al publicista Miguel de Unamuno y Jugo.

Unamuno, cuya firma era solicitada por los periódicos más importantes de España y América, colaboró con la prensa salmantina a lo largo de toda su vida, pero cuando más intensamente lo hizo fue en su primera década de asentamiento en Salamanca, confiando posteriormente sus artículos a periódicos alejados de la ciudad, manteniendo asidua colaboración con algunos de ellos, entre los que destacan La Lucha de Clases, El Socialista, El Sol, Ahora, El Mercantil Valenciano y La Nación de Buenos Aires, como más representativos.

Cuando Unamuno llegó a Salamanca en 1891, difundían noticias en la ciudad varios periódicos, entre los que destacaban: La Libertad, diario republicano con interés político y literario, nacido el 1 de mayo de 1891, relacionado con el movimiento krausista de la Institución Libre de Enseñanza y dirigido por Enrique Soms Castelín, compañero de don Miguel en la cátedra de Griego, iniciando el joven catedrático vasco su colaboración en él durante el verano de 1891, cuando todavía no se había asentado en la ciudad; El Adelanto, propiedad de Francisco Núñez y dirigido entonces por Luis Caballero Noguerol; La Información, diario integrista y órgano de Gil Robles, que dirigía Manuel Sánchez Asensio; El Fomento, en manos de Bajo Cid, de irregular publicación; La Tesis, integrista, también dirigido en un tiempo por Sánchez Asensio; La Región, tan conservador que criticaba el “liberalismo” del Padre Cámara, hasta ser condenado por éste; El Criterio, periódico católico sin especial trascendencia; La Democracia, también promovido por Enrique Soms; y La Semana Católica, entre los más destacados.

         Era La Libertad un periódico diario editado por la imprenta Hidalgo, en el que colaboró también Dorado Montero y otros catedráticos de la Universidad, firmando Unamuno sus artículos con el seudónimo “Unusquisque”, hasta su desaparición el 12 de diciembre de 1891, en su número 194, por el anticlericalismo reflejado en sus páginas, condenado por el obispo Cámara el 1 de septiembre por “sustentar en sus escritos doctrinas contrarias a la moral y dogma católicos”, siendo denunciado en noviembre por injurias de Unamuno al alcalde y al prelado.

La desaparición de este periódico alentó el ánimo de Soms para fundar en enero de 1892 un nuevo periódico republicano titulado La Democracia, en el que siguió colaborando Unamuno hasta su desaparición el 1 de septiembre de ese año, por enfermedad de su propietario y director.

Tenemos constancia de que Unamuno publicó sus artículos en 23 periódicos de la capital salmantina, siendo obligado citar entre todos ellos: La Libertad, El Noticiero Salmantino, El Combate, Tradición y Progreso, Albores, La Dinamita, El  Diario, La Tribuna, El Castellano, Gente Joven, El Microbio, La Ciudad, Cultura y Tolerancia, El Obrero, La Tribuna Escolar y La Semana.

Y, por supuesto, El Adelanto, donde dio vida a 57 artículos, desde el 19 de noviembre de 1899 cuando apareció su primer escrito en forma de carta al director, hasta el 20 de mayo de 1936 en que el periódico publicó el recuerdo que don Miguel hizo en memoria de su entrañable amigo y médico de cabecera, Hipólito Rodríguez Pinilla, en la Casa Charra de Madrid.

Unamuno se maneja en la página periodística con una maestría, cercana a la perfección. Es un torbellino ideológico, aderezado con la inmediatez exigida en este género literario. Sus comprometidas columnas pretenden desterrar pensamientos enmohecidos. Son comentarios que van dirigidos a la somnolencia ciudadana con intención de agitar los espíritus dormidos. Propuestas antiguas que iluminan todavía hoy el camino a seguir. Eterna actualidad de la inmutable realidad humana. Verdades de barquero que remueven entrañas y activan compromisos. Provocaciones a líderes políticos y religiosos, sin reparar en las consecuencias. Torpedos a la línea de flotación de sillones públicos, báculos eclesiásticos y mazos judiciales. Denuncias de nepotismo, abuso, incompetencia y caprichos de administradores públicos. Y páginas sabias de historia viva que bien merecen un espacio en los libros de texto.

¿Sobre qué habló Unamuno a sus vecinos charros en la capital del Tormes? Pues sobre todo aquello que tenía interés para ellos, por simples que fueran los argumentos que inspiraban sus artículos. En sus columnas les ofreció poesías y canciones de cuna. Les exhortó a tener valor moral para defender causas justas. Animó sus espíritus a la solidaridad. Les habló de la dulzura de la siesta; del valor de la lengua española; de la liga contra el tresillo; de cómo llegar a la cultura; del campo y la ciudad; de la Batalla de Arapiles; de Marruecos; de sus recuerdos salmantinos en París; de profecías y revoluciones; de Constitución y República; de raza y anarquismo; de psicología de masas; de ensueños lingüísticos en la madrugada y del poeta Eugenio de Castro. Emotivos son los recuerdos in memoriam que Unamuno dedicó en las páginas de El Adelanto a sus entrañables amigos Gabriel y Galán, Bartolomé de Cossío, Valle Inclán, y los hermanos Rodríguez Pinilla. A Enrique Esperabé testimonió el afecto que sentía por su padre Mamés, al tiempo que desmentía al ministro Romanones, negando que la Universidad de Salamanca fuera una coladera.

Se quejó en la Plana Literaria publicada el 13 de mayo de 1907 de que la situación reinante incidiera negativamente en la creación literaria. El domingo 15 de marzo de 1908, el catalanista Cambó pronunció un discurso en el Círculo Mercantil, al que respondió Unamuno en El Adelanto, diez días después, reafirmando el imperio de la lengua.

En sus artículos también se interesó por pequeños detalles de convivencia cívica, relacionados con la higiene pública. Así, cuando en abril de 1910 se proyectaba el alcantarillado, escribió: “Muy bien el alcantarillado, pero no estaría de más que para demostrar que somos dignos de él, no se permitiese que estén los aledaños de la Catedral, convertidos en excusado público, donde ante las barbas de los agentes de la autoridad hacen niños, adultos y ancianos, sus necesidades mayores y menores”. Días después, propuso al Concejo llevar el agua a las casas, antes que el alcantarillado. Un tema hoy candente, que lo fue también entonces, es de la emigración de los jóvenes salmantinos a la que Unamuno se opuso en diciembre de 1912. Cuando se produjo su destitución rectoral, escribió al director del periódico una carta abierta el 4 de septiembre de 1914, diciéndole que se le había despachado como a un perro.

Cerramos esta introducción a la tertulia con las palabras escritas por Unamuno en el artículo “Retórica y sinceridad”, publicado en El Adelanto el 1 de septiembre de 1901, donde expresaba a los salmantinos su código de conducta sin fisuras ni duda alguna: “La falta de sinceridad esclaviza a los hombres a una absurda consecuencia y los petrifica en una ridícula invariabilidad de convicciones, pues cuando sienten en su interior la voz de la vida y de la verdad, la ahogan. Nada más bello que la sinceridad”.  No olvidemos que su lema fue: “La verdad por encima de la paz”.

Mesa redonda: «Unamuno personaje singular»

El día 14 de junio se celebró en la Sala de la Palabra la mesa redonda titulado: ”Unamuno, personaje singular”. Moderó la mesa el vocal de Relaciones Institucionales de la Asociación Román Álvarez.

El primero en intervenir fue el catedrático de Historia Contemporánea Manuel Redero, bajo el título: ”Unamuno, intelectualidad y política”. Estas son unas brevísimas notas de su intervención:

Los intelectuales son considerados como fuerzas favorables al progreso de la sociedad. Son producto del pensamiento ilustrado que desemboca en la Revolución Liberal y en el capitalismo. No hay intelectuales hasta que no nacen los espacios públicos de debate.

Hay intelectuales muy diferentes. En el S. XIX  nace el intelectual Romántico que teoriza sobre la sociedad y que quiere guiar al pueblo. Se da sobre todo en Francia.

Unamuno es el primer intelectual español.  Tiene como característica ser un hombre de gran excelencia, en base a esto se debate en el espacio público, gracias a su autoridad puede opinar sobre casi cualquier cosa. Busca dar sentido a la historia de ese pueblo hablando de valores universales.

Evoluciona hacia el intelectual comprometido, hablan en nombre del sentido de la historia. En este sentido Unamuno y Ortega y Gasset serán los dos puntales. Son intelectuales que salen al espacio público, son publicistas.

Despertar al pueblo, esto es lo que les interesa. Tienen una gran influencia social, y su palabra, intenta concienciar y movilizar a las sociedades. Le interesa concienciar al pueblo que está amodorrado.

Unamuno tiene una gran categoría intelectual que se proyecta en el espacio Público.

Al profesor Redero le siguió el filósofo Luis Andrés Marcos, que esbozó unas ideas sobre: ”Unamuno, profesor y rector”

Destacando la “alterutralidad de D. Miguel” Unamuno es uno y otro.

Unamuno habla del hombre íntegro.

En cuanto a profesor, nos comenta Luis que, era reacio a seguir  programas y métodos, Unamuno era un comentador de textos literarios, para él, su misión era inquietar las almas, agitar los espíritus. Señalando que la pedagogía de D. Miguel es Socrática, porque persigue que se aprenda a pensar por uno mismo. Sócrates no adoctrinaba, sino que hacía que con sus preguntas los demás pensaran.

Hoy parece que disciplinas como la Filosofía o la Historia  no enseñan, pero sí que lo hacen, porque enseñan a ser hombres.

A continuación tomó la palabra el nieto de Unamuno, Pablo Unamuno, para hablarnos de: ”Unamuno familiar”.

Contó al público allí congregado algunas anécdotas de su abuelo, que nos ayudaron a conocer mejor al hombre que se esconde detrás del intelectual, del escritor, del rector. Unamuno quedó huérfano a los 6 años. Se crió entre lutos y rezos, según confesaría él mismo.

En cierta ocasión oyó a su padre hablar en francés, fue entonces cuando Unamuno descubrió el amor a la palabra.

Siente desde muy pequeño pasión por la papiroflexia, la adquirió durante sus largas estancias en los sótanos de su casa -donde jugaba junto a su primo Telesforo Aranzadi de Unamuno-, para protegerse de las bombas carlistas. Aprendió también a dibujar con el pintor Lecuona que tenía su buhardilla por encima de su casa, en el mismo edificio en que vivía con su familia.

Y cómo no hablar de Concha, la costumbre de D. Miguel. A la que conoció cuando iban a catequesis. Él pertenecía a la congregación de S. Luis Gonzaga, porque quería ser santo. Dice Unamuno: ”Y mi soñada santidad flaqueaba cuando conocí a Concha”.

Concha presidia los actos familiares. Tuvieron nueve hijos. Según cuentan era muy hogareño y familiar. Jugaba con sus hijos, sobre todo con los mayores. Hablaba poco, solo escribía, y tenía un gran sentido del pudor, hasta el punto de que no les leía lo que publicaría al día siguiente. Cuando se lo recriminaron les dijo:” ya pero hoy es mía, mañana será de todos”. Miguel Quiroga Unamuno será su primer nieto.

El día de su jubilación, el 29 de septiembre de 1934, a la que asistieron autoridades españolas, como nunca se había visto, dijo D. Miguel: ”Esto ya no importa, ya no tiene importancia desde que ella murió”.  

Francisco Blanco cerró con su intervención la mesa redonda, que versaría sobre: ”Don Miguel, ese gran desconocido”.

Destacó de D. Miguel que es un personaje único e inclasificable. Que no admite etiquetas. 

Sentía D. Miguel que la mayoría de las declaraciones que se le atribuían eran inventadas. Por eso debemos siempre ir a las fuentes, para evitar que se le sigan atribuyendo falsedades y tópicos con los que el personaje convive y que después es muy difícil clarificar, com hemos podido comprobar hasta hoy en día con ciertos temas sobre los que es difícil arrojar la luz de la verdad.