Unamuno y su faceta como caminante/flâneur.
Para Unamuno, la práctica de caminar es un acto creativo con un profundo sentido simbólico y espiritual. A través de sus escritos vemos cómo caminar es una actividad que le permite conectarse con su entorno y consigo mismo de manera íntima y reflexiva. El ritmo constante de sus pasos le brinda la oportunidad de liberar su mente de preocupaciones y permitir que la creatividad fluya libremente.
Más allá de su lado personal e íntimos, en gran parte de sus obras, Unamuno refleja una clara preocupación por la ausencia de conocimiento y valorización del paisaje castellano.
Situamos al escritor bilbaíno dentro del grupo de escritores y artistas españoles del 98 que, como Baroja, Bayo, Azorín o Regoyos entre otros, a principios del siglo XX, comenzaron a caminar y explorar temas relacionados con el paisaje y el viaje, resultado lógico de una evolución literaria.
Además de sus excursiones por entornos rurales y naturales, Unamuno también se aventura por las calles de diversas ciudades, practicando el arte del flâneur, vagando sin rumbo fijo. En su obra Por tierras de Portugal y España (1911/2018), por ejemplo, Unamuno llega a Braga y adopta el papel de flâneur, caminando al azar, dejándose llevar…
Unamuno no solo explora el entorno que le rodea mientras camina, sino que también se sumerge en un proceso de introspección personal. Este proceso se caracteriza por una interacción de doble dirección, donde el paisaje exterior no solo influye en su estado de ánimo y pensamiento, sino que también le conduce a un estado creativo y meditativo íntimamente conectado con su mundo interior.