Ofrenda Floral ante el busto de Victorio Macho.
Luis Andrés Marcos, vicepresidente de la Asociación de Amigos de Unamuno, pronunció unas entrañables palabras ante el busto de D. Miguel. La ofrenda floral la realizó Pilar Hernández Romeo, miembro de la junta directiva.
En el acto pudimos escuchar el “Gaudeamus igitur” en las voces del coro Salinas, voces que ponen emoción y solemnidad en ese momento tan especial para todos los unamunianos.
Os dejamos unas líneas de lo que fue el discurso para homenajear a D. Miguel, en día tan señalado.
Discurso de Luis Andrés Marcos
HOMENAJE FLORAL
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Según se me alcanza ahora, después del tiempo, toda obra de escritor veraz, auténtico y original es un encargo para sus lectores, que podemos ser todos nosotros. Y en lo que no cabe ninguna duda es que Unamuno posee en sumo grado estas tres señaladas particularidades. Pero si su obra es un encargo para todo lector, para nosotros, sus amigos, es un cargo que nos co-rresponde atender. Yo veo un encargo cuando Unamuno escribe para nosotros estos versos y nos dice:
El alma que aquí dejo
un día para mí se irá al abismo;
no sentiré mis cantos;
recogeréis vosotros su sentido.
Descubriréis en ellos
lo que yo por mi parte ni adivino
ni aún ahora que me brotan;
veréis lo que no he visto
en mis propias visiones (Poesias,1907).
Estos contraluces (que no contradicciones) es lo que a mí me parece más fascinante en la obra de Unamuno. Lo que nos está diciendo es que nosotros descubriremos el sentido de sus cantos, porque los cantos sencillamente le brotan y él no adivina el porqué; por eso termina diciendo que nosotros veremos en sus propias visiones lo que ni él mismo ha visto. Pues bien, ahora yo me tomo el atrevimiento, no exento de una cierta inseguridad y temor, de aprovechar este Homenaje floral para contaros con brevedad, la visión que he visto en una de sus visiones.
Su visión estaría en estos versos suyos:
Huye la luz y busca en el secreto
del tenebroso asilo
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para tus ansias un lugar tranquilo
donde en íntima paz, sin sobresaltos
te abreves en la fuente de la vida
siempre florida,
y bebas la verdad
que a oscuras fluye de la eternidad (Poesías, 1907).
A un libro, (lo mismo que a una persona) se le comprende al entenderse con él sobre el asunto de que se habla. Y aquí se habla de la visión de una VIDA SIEMPRE FLORIDA. Se me ocurre que no es tan trágico Unamuno como se suele oír con tanta frecuencia.
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En la visión de la vida florida nuestro corazón necesita primero agua y después no tanta luz. “No busques luz, mi corazón, sino agua de los abismos”…, revela el poeta Unamuno. Buscamos la luz de forma compulsiva y huimos de la oscuridad. Pero para la vida floreciente el corazón busca agua en lo soterraño. Y como las plantas recoge su sabia del fondo oscuro de la tierra. De sus entrañas. En esta visión unamuniana, de la vida florida, la verdad no es una representación objetiva de lo que vemos ante nosotros, sino que solo hay verdad si nuestro corazón busca en lo oscuro las fuentes de la vida. Agua, y no tanto y únicamente luz, que Unamuno identifica con la claridad que nos da la razón cientificista que, al explicar todo, mata la vida porque cree poder convertir lo invisible en visible. Pero si la razón tiene su origen en la claridad, la vida tiene su origen en lo oscuro, en las entrañas de nuestras madres y en el seno magnánimo de la madre tierra. Este mirar desde lo oscuro ha sido muy bien percibido, según creo, por Victorio Macho, pues ha recreado en el busto que esta sobre nosotros, la figura de Unamuno como una cabeza de búho mirando fijamente hacia abajo como auscultando lo oscuro, la tierra, desde sus pupilas hundidas en sus órbitas pero que brotan desde su “adentro”, desde su propia intimidad.
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La visión de la vida floreciente, es el trato más verdadero en que podemos reconocernos como hombres de carne y hueso. Como verdaderos seres humanos. Porque una vida florida, es vivir y escuchar toda vida que se ofrenda como amor al hombre concreto. Somos seres nacidos en la opacidad del simple brotar y nuestra tarea es ir desvelando nuestro propio ser añadiéndole toda vida florecida para lo humano que se nos presente. En eso radica el valor de la persona, en que un vez que nos nacen tenemos la tarea de que nuestra vida sea el gozo y la plenitud de haber hecho de ella una vida florida para uno mismo y los demás.
A la vista de todos está que somos hombres en los que aún no ha florecido lo humano. Y para descubrir lo humano no basta la luz, sino que hay que ahondar en las aguas soterradas para encontrar nuestras raíces profundas y ocultas en la tierra que nos entregó el brotar. En este busto, esa cruz sobrepuesta en su corazón, a petición propia, tal vez quiera significar que una vida florida admite todo sueño que sea humano, incluso el sueño de la eternidad. Porque el agua escondida bajo la tierra cae del cielo. La obra de Unamuno está pensada, según creo, para un florecimiento de lo humano, porque abreva en las fuentes de una vida florecida y bebe “la verdad que a oscuras fluye de la eternidad”.
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Se trataba de dar sentido a este Homenaje floral a Unamuno en el día de su nacimiento. Sea este centro floral un reconocimiento a su vida florida, que tanto ha ayudado a muchos y puede ayudar a la nuestra. Y a la vez sea un símbolo de esperanza de que la vida de cada uno de nosotros también pueda llegar a ser una vida floreciente.
Salamanca, 29 de Septiembre de 2017.