El jueves 29 de septiembre tuvimos el honor de homenajear a D. Miguel de Unamuno en el 82 Aniversario de su jubilación.
La Asociación de Amigos de Unamuno se reunió en el Aula Magna de la Facultad de Filología de la Unversidad de Salamanca para escuchar la conferencia: «Unamuno, profesor y rector» impartida por D. Francisco Blanco Prieto, presidente de la asociación, a continuación se procedió a la Ofrenda Floral ante el busto de Unamuno realizado por Victorio Macho, en la misma facultad.
La ofrenda floral corrió a cargo de Luis Gutiérrez y Elena Díaz, ambos miembros de la junta directiva de la asociación, las palabras de homenaje las pronunció Antonio de Miguel Gaspar, que ocupa el cargo de tesorero de la Asociación.
Recordándonos a todos lo importante que fue esta jubilación a nivel Nacional, siendo un acto de despedida sin precedentes, pues se acercó a Salamanca para la ocasión el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, quien hace un elogio de la admirable personalidad literaria y civil de Unamuno y de todo lo que éste representa en la historia contemporánea del pensamiento español.
El 1 de octubre de 1891 llega Unamuno a la ciudad para dar comienzo a sus deberes académicos desempeñando la cátedra de Lengua y Literatura griegas.
El 29 de septiembre de 1934 se jubila, el catedrático y profesor de la Escuela Salmantina en la que fue maestro de vocación y autoridad altísima, habiendo sido catedrático durante 43 años.
Leer texto íntegro del discurso
Nos congregamos aquí un año más para rendir homenaje a Miguel de Unamuno en el octogésimo segundo aniversario de su jubilación como catedrático de nuestra Universidad que hoy se cumple, junto al busto de Victorio Macho y en la escalera que tantas veces subió para dar clase en las aulas del claustro superior.
Es obligado recordar que hace 82 años se le rindió en este mismo lugar un homenaje como nadie lo ha recibido en Salamanca a lo largo de toda la historia de la ciudad, ni si quiera cuando el príncipe Felipe, hijo del emperador, cuando aquí se casó a los 16 años de edad con su prima María Manuela de Portugal.
Homenaje a Unamuno que duró dos días y tuvo carácter nacional, con la Tuna Escolar alegrando las calles salmantinas; cerrados los comercios, engalanados los balcones; iluminados los escaparates; militares tocando dianas y retretas floreadas; banderas ondeando en todos los centros oficiales; militares vestidos de gala y toda la ciudad participando en el festejo y actos sociales, religiosos y académicos que tuvieron lugar aquel 29 de septiembre de 1934.
A media mañana de ese día llegaron a la ciudad el Jefe del Estado Alcalá Zamora y el Presidente del Gobierno, Samper, acompañados de los ministros: Pita, Villalobos, Rocha, Cid, Iranzo y Del Rio, que fueron cumplimentados por el Gobernador, Friera, el alcalde salmantino, Prieto; el alcalde de Madrid, Rico; el teniente alcalde de Bilbao, Iturrino; los diputados: Gil Robles y Casanueva; los rectores de Santiago, Zaragoza, Granada, Murcia, Valencia, Madrid, Barcelona y Sevilla. Añadiéndose a esta comitiva oficial, relevantes amigos de D. Miguel, como Hipólito R. Pinilla, Maura, Eduardo Ortega y Gasset, Victorio Macho, Enrique Esperabé, Borreguero, Población, José Camón, Cesar Real, Cañizo, Gregorio Marañón y Giral. Asistió también el rector de la Universidad de Coimbra en representación del gobierno portugués, junto con todos los decanos y profesores del Estudio, autoridades locales y representantes de los diferentes partidos políticos.
Entre los actos oficiales celebrados durante aquella jornada caben desatacar el que tuvo lugar en el Ayuntamiento donde se descubrió una lápida en su honor, viéndose Unamuno obligado a saludar desde el balcón, junto a Alcalá Zamora, a todos los salmantinos, tras pronunciar un discurso.
A continuación se celebró un banquete de gala en la Diputación, antes de la fiesta de arte hispano-portuguesa que tuvo lugar a las 4 de la tarde en el Palacio de Anaya, donde cantaron varias corales y se recitaron versos previos a la inauguración de la exposición de pintura de Gallego Marquina. Finalmente a las 9 de la noche, dio un concierto en la Plaza Mayor la Banda Municipal de Madrid, y mientras cenaban en el Ayuntamiento, la compañía argentina Rivera de Rosas estrenaba en el teatro Coliseum la adaptación de la obra de Unamuno «Todo un hombre»
Comenzaron los actos del 2º día, domingo 30 de septiembre, a las 10 de la mañana con una misa en las Jesuitinas antes de ir al Paraninfo con togas y mucetas para el acto académico, donde Unamuno pronunció su discurso jubilar del que extraemos solamente los párrafos más significativos, por su singular interés, aconsejándoles a todos ustedes su lectura completa:
Día a día he venido labrando mi alma y labrando la de otros, jóvenes, el oficio profesional de la enseñanza universitaria y del aprendizaje. Que enseñar es, ante todo y sobre todo, aprender. (….)
Querer es sentir, sentir es pensar y pensar es hablar, hablarse uno a sí mismo y hablar a los demás, y con Dios, si lo logra. Convivir es consentirse, y consentirse es entenderse unos a otros, comprenderse.
Y mis últimas palabras de despedida, compañeros de escuela, maestros y estudiantes, estudiosos todos: Tened fe en la palabra, que es cosa vivida; sed hombres de palabra, hombres de Dios, Suprema Cosa y Palabra Suma, y que Él nos reconozca a todos como suyos en España. ¡Y a seguir estudiando, trabajando, hablando, haciéndonos y haciendo a España, su historia, su tradición, su porvenir, su ventura! Y ¡adiós!
Al terminar de leer el discurso, cuyo texto impreso se distribuyó en los estrados académicos, don Miguel dio lectura a unas cuartillas que llevaba como remate o colofón, comenzando por recordar los dolorosos sucesos del viernes de dolores, 2 de abril de 1903, en que la Guardia Civil mató a dos estudiantes de esta Universidad con disparos de máuser:
Y ahora, estudiantes míos, tengo que deciros otra cosa. Sería congojoso que os ejercitarais en el abuso de las armas de fuego – o de las llamadas blancas- y que las escondierais en el mondado libro de matute, pero más congojo será que os dejéis ganar del ejercicio de otras armas peores.
Me refiero a la calumnia, la injuria, la insidia y el insulto de que tanto empiezan a abusar vuestros mayores. Salvadnos, jóvenes, verdaderos jóvenes, los que no mancháis las páginas de vuestros libros de estudio ni con sangre ni con bilis. Salvadnos por España, por la España de Dios, por Dios, por el Dios de España, por la Suprema Palabra creadora y conservadora. Y en esa Palabra, que es la Historia, quedaremos en paz en uno y en nuestra España universal y eterna.
Al terminar el discurso, Filiberto Villalobos leyó el Decreto que nombraba a Unamuno Rector Vitalicio del Estudio, se creaba la Cátedra Miguel de Unamuno y se le daba el nombre del personaje al Instituto de Bilbao, firmado ese día por el presidente de la República y publicado en el Diario Oficial número 275, de 2/10/1934.
El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Filiberto Villalobos, dispuso que el contenido del discurso fuera publicado en los tablones de anuncios de todos los centros de enseñanza de España, y que del mismo se hiciese una tirada aparte costeada por su Departamento, con el título de La última lección de D. Miguel de Unamuno.
Concluyó el acto con unas elogiosa palabras del Presidente de la República, diciendo que Unamuno representaba lo más alto de la intelectualidad española.
Desde allí vinieron todos al lugar donde nos encontramos para inaugurar el busto que hizo a Unamuno en Hendaya el escultor Victorio Macho, adquirido por suscripción popular. José Ramón Camón Aznar, catedrático de arte, hizo la glosa correspondiente, antes de que todos desfilaran por delante de la estatua, menos Unamuno, porque, como dijo:
Tengo que sacudirme el mito, ¡Cosa fatídica esta! y ese mito, que cuando uno alcanza gran popularidad nos faja y ciñe y aprieta; que terrible cárcel broncínea es. Más de un hombre público y popular se ha sacrificado a su mito y por no contradecirlo se ha contradicho íntimamente. ¡Ay del hombre que se dispone para estatua!. En ella se recocerá a fuego espiritual lento como si lo tostaran en el Toro de Fálaris.
Luego participaron en el banquete que tuvo lugar en este mismo Palacio de Anaya, servido por el Novelty, siendo entretenida la sobremesa por la tuna universitaria, antes de salir para la fiesta en la plaza de toros, donde participaron la banda municipal de Madrid y los coros portugueses.
A las 5 de la tarde partió hacia Madrid el Jefe del Estado con todo su séquito, acudiendo Unamuno por la noche a una reunión con antiguos alumnos, que le ofrecieron una cena en el restaurante de la Viuda de Fraile.
Finalizado el simpático homenaje, Unamuno marchó a su casa para preparar el viaje que haría al día siguiente a Las Batuecas, en el coche Balilla de Ara, con Cañizo y Puyol.