Conferencia «El Méjico de Miguel de Unamuno»

El  29 de septiembre, la asociación de Amigos de Unamuno, llevó a cabo varias actividades para homenajear a D. Miguel en el día de su cumpleaños, de su santo y en el aniversario de su jubilación.

Empezamos las actividades preparadas para ese día, con la conferencia del catedrático de Literatura de la Universidad de León, José María Balcells titulada: ”El Méjico de Miguel de Unamuno”, fue presentado por el catedrático de Filología inglesa, Román Álvarez.

El hilo conductor de la conferencia es el de los historiadores que aparecen de manera aleatoria y por circunstancias diversas citados en los libros de Unamuno.

El artículo más antiguo donde aparecen está fechado en 1907 y el más reciente en 1921.

Estos historiadores son: Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, Padre las Casas y F. Javier Clavijero, pudiéndose decir que fue este último el que más le interesó.

Respecto a Hernán Cortés, Unamuno usó el libro de Cronistas de Indias, citando a H. Cortés de manera muy rápida, sin abordar su figura en profundidad. Viendo en él luces y sombras.

Padre Las Casas: Discípulo de la Escuela Dominicana salmantina. Muchos evangelizadores pacíficos salieron de San Esteban. De Las Casas auspició el mestizaje y Hernán Cortés lo llevó a la práctica, casándose con Malinche con la que tuvo un hijo: Martín Cortés.

El libro más entrañable para Unamuno fue el del jesuita Clavijero, “La historia de la Conquista de Méjico” que se trajo de Méjico, el padre de Unamuno después de unos años en ese país. Unamuno dice que leyó este libro de niño:” Yo pretendí estudiar el azteca e incluso regirme por su calendario, en lugar del calendario gregoriano”. Hay muchos estudios sobre el calendario Azteca, se han formulado muchas hipótesis pero ninguna conclusión.

A Bernal Díaz del Castillo, nacido en Medina del Campo, le dedica un artículo donde lamenta no haber tenido noticias de él, cuando estaba redactando la Historia de D. Quijote y Sancho, pues ve en él un quijote de verdad, un quijote americano. Le gustaba de Díaz del Castillo que supiera disfrutar del entorno, del paisaje, también su alto sentido de la justicia. Dice Balcells que cuando Díaz del Castillo escribe es como Unamuno, yo, yo, yo…” estoy aquí, pero no es egoísmo, es generosidad, entrega”. Unamuno ve en él algo de sí mismo. Es un yo generoso, una figura retórica que tendría como misión, resaltar que él vivió en directo todo lo que iba pasando, sin ser testigo de salón de los acontecimientos narrados. Es un yo testimonial.

Se puede decir que Unamuno y Méjico es Unamuno y América. En 1960 en la universidad de Sevilla se defendió una tesis:”América en la obra de Unamuno”. En el centenario de su nacimiento en 1964, salen dos obras sobre América y Unamuno y otro libro:”Unamuno y América” En 1966 saldrá el último intento de acercamiento entre Unamuno y Méjico.

Gracias a José Mª Balcells por esta conferencia pronunciada en el Aula Magna, de la Facultad de Filología, en un día tan especial.

El último Unamuno ante las dos Españas

El último Unamuno se debatió entre “hunos“ y “hotros” – sangre y pus, rojo y blanco – poniendo de manifiesto una alterutralidad no mantenida en la Gran Guerra con su apuesta por los aliadófilos, tratando de situarse en el centro para unir los extremos. Esfuerzo inútil que le llevó a repensar toda su propia obra, a sufrir por sus hijos repartidos en diferentes en diferentes zonas de incivil guerra, tan diferente a la guerra civil – de civilidad, debate y confrontación de ideas – defendida por él, hasta que abandonó su vida en el pecho del Padre Eterno donde descansa desde hace ochenta y un años.

  • Por: Eduardo Pascual Mezquita. Catedrático de Filosofía.
  • Presentación: Francisco Blanco Prieto. Vicepresidente de la Asociación.Asociación.

Jornadas audiovisuales unamunianas 2017

El día 4 de Mayo, dentro de las “Jornadas Audiovisuales Unamunianas”  pudimos disfrutar de la actividad que se denominó:”Recordando a Unamuno”.Fue presentada por Maite Conesa, Directora de la Filmoteca.
 
“Recordando a Unamuno” hizo un recorrido por diferentes fragmentos de documentales o películas en las que podemos visualizar a D. Miguel en movimiento. Imágenes que tan escasas son, no así la producción fotográfica en que aparece, que como sabéis, por fortuna, son muchas, debido a la relación que el intelectual tuvo con tres fotógrafos destacados de la Salamanca de su época, que son: Cándido Ansede, Combau y José Suárez.
Todos ellos han aportado retratos y fotografías inolvidables, del escritor.
 “Recordando a Unamuno” hizo un recorrido por fragmentos de:
Madrid, la fiesta del Mayo (1931)
Con la Segunda República recién instaurada, se celebra la festividad del 1º de mayo que tiene, por primera vez, carácter oficial en España. Al frente de la manifestación de Madrid, van el rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, el ministro de Trabajo, Largo Caballero, el de Hacienda, Indalecio Prieto  y el Alcalde la capital Pedro Rico.
Producción: Ministerio de Instrucción Pública. Sección Escolar.
Homenaje de Unamuno en Salamanca (1934)
El 29 de septiembre de 1934 Unamuno es nombrado rector vitalicio de la Universidad de Salamanca y rescatadas y editadas con motivo de la realización del documental Cien años de Salamanca en el cine y de las que se toma el fragmento proyectado, vemos a Unamuno recibir el homenaje de la universidad y de  la ciudad acompañado, entre otras personalidades, por el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora.
Del fragmento de Cien años de Salamanca en el cine (1998): Dirección Jesús M. Caramanzana.
 
Caudillo (fragmento, 1974))
En Caudillo, de Basilio Martín Patino este, se ha extraído este fragmento, breve pero muy intenso, dedicado a la figura de Miguel de Unamuno, sus dudas frente a la evolución política de España y su enfrentamiento con Millán Astray.
 
Volver del sueño
Por iniciativa de la Sociedad de Amigos de Unamuno de Bilbao y con motivo del cincuentenario de su muerte, el cineasta Miguel Picazo, se acercó de nuevo a la figura del pensador vasco, en esta ocasión para rastrear a la inversa su recorrido vital, siguiendo sus pasos desde la Salamanca de sus últimos años hasta su Vizcaya nata. Presentadas ambas con imágenes de actualidad en el momento del rodaje y como escenarios intemporales de los recuerdos y reflexiones del protagonista.
 
Y por último:
Miguel de Unamuno en Castila y León (2015)
Tomando como hilo conductor las reflexiones de Unamuno sobre las tierras de Castilla y León se realiza un recorrido por distintas localidades por las que viajó el escritor, cuyos textos acompañan de forma íntima a las imágenes.
Dirección Jesús M. Caramanzana.
El viernes día 5, se proyectó el documental: “Horas serenas del ocaso breve” presentado por su autor y guionista José Amador Martín Sánchez y la participación del rapsoda José Mª Sánchez Terrones, quien también representa el papel de Unamuno en el mismo.
“Horas serenas del ocaso breve”  gira alrededor del Unamuno poeta. El recorrido por el itinerario poético de D. Miguel supone un acercamiento a su mundo más personal en el que el paisaje y la música de Salamanca tienen una importancia esencial.
Esta producción audiovisual se plantea como un cortometraje para recorrer el itinerario poético de D. Miguel, a través de sus palabras pretende adentrarse en su mundo personal e íntimo, en lo posible. Recrear los lugares donde trascurrieron sus días y, de la forma más fiel, traer a la memoria su recuerdo.
El documental toma el título de un verso del libro: «De Fuerteventura a París» concretamente del soneto nº LIII, escrito el 8 de junio, un mes antes de salir a su exilio voluntario en París, frente al mar Atlántico.
El proyecto es traer a la memoria el universo de D. Miguel.
Gracias José Amador Martín por tan bonito testimonio.

Ruta unamuniana salmantina

La Salamanca que conoció D. Miguel, al llegar en 1890, era una ciudad pequeña con apenas 25.690 habitantes.
La llegada de Unamuno a Salamanca, fue fruto del azar, al ganar la Cátedra de Griego que le permite ejercer en su Universidad.
Cuando D. Miguel llegó a Salamanca, la actividad universitaria estaba pasando la peor crisis de su historia. Con su llegada se inicia la recuperación de la misma.
En 1900, un jovencísimo Unamuno es nombrado Rector de la Universidad del que es cesadoen 1914.
Salamanca era una ciudad que según Unamuno que mostraba abandono y una Plaza Mayor anticuada, sin electricidad y sin agua corriente que llegaría poco después hasta la misma y también la red de ferroviaria.
En el denominado Alto Soto, era habitual la imagen hoy costumbrista de ver a las lavanderas ocupando toda la orilla del río.
Junto a las ruinas y las pequeñas casas había lugares monumentales como el Convento de las Úrsulas o La Purísima , edificios como el de Caja Duero en los Bandos y la Iglesia de S. Marcos, el Convento de los Dominicos y Las Dueñas, La Torre del Aire, La Puerta del Corrillo, etc reciente era la construcción de el Puente de La Salud .
Y poco a poco se fueron haciendo mejoras urbanas que contribuirán a la expansión y modernización de la ciudad, como fue la construcción del Cuartel de Ingenieros y del puente Enrique Estevan en 1913, al igual que la Plaza de toros de La Glorieta.
En 1891 dirá Unamuno: «Salamanca no me disgusta, posee soberbios edificios rodeados de casuchas tísicas y callejuelas anémicas».
«Nos vamos haciendo a este pueblo que me gusta, me interesa en sus menudencias y luchas de campanario y conozco a sus tipos.
Me gusta tanto como Bilbao y en algunos casos más.
Vivo en un apacible y fecundo retiro en esta dorada ciudad de Salamanca.»
Salamanca le da a Unamuno la prestancia de sus ilustres predecesores. La posibilidad de vivir en un ambiente social tranquilo, diferente al de Bilbao. Estabilidad laboral y seguridad económica con su cátedra. En Salamanca entabla lazos profesionales y reina un ambiente intelectual humanista. Aquí nacieron sus hijos.
En 1924 sufre el destierro por parte de primo de Rivera a la isla canaria de Fuerteventura, después le llega el indulto y se autoexilia en París y después en Hendaya. Regresa a España en 1930.
En 1931 es reconocido como concejal y alcalde Honorífico.
Cuando regresa a Salamanca después de estar fuera dirá: ”He vuelto a este mi retiro afectivo, a esta mi fecunda y agitada soledad de Salamanca, con mayor apego a ella que el que antes tuviera, y he comprendido una vez más que si alguna fuerza tengo, si alguna fuerza espiritual ejerzo en esta mi patria, se lo debo al confinamiento corporal en esta vieja ciudad académica”.
“…Para qué he de hablaros más de esta ciudad?, Siempre que os hable de mi, de mi España, y cualquier otra ciudad, os estoy hablando de ella, de Salamanca.“
Muchos fueron los poemas que D. Miguel escribió a Salamanca, con ellos la ciudad se dibuja, como la ciudad de su alma. En ellos deja el sentimiento de que sea Salamanca la que diga qué ha sido este gran hombre e intelectual dentro y fuera de la misma. A Salamanca confia el deseo de su afán de trascendencia, como símbolo de pervivencia e inmortalidad.
Real de la Riva dirá´ que Salamanca será hija y madre de Unamuno.
La relación e interinfluencia entre Salamanca y D. Miguel es estrecha e importantísima. No es posible hablar de Salamanca sin citar a Unamuno y viceversa.
Salamanca, con su Historia fue acicate, estímulo, escenario y plataforma para Unamuno, siendo uno de los profesores con más proyección y prestigio ha dado a la Universidad de Salamanca.
La vida y la obra de D. Miguel hubieran sido muy diferentes sin la estrecha relación con la Ciudad del Tormes.

Miguel de Unamuno en el destierro

Conferencia del destierro de Miguel de Unamuno  en    Fuerteventura, París y Hendaya, centrándose sobre todo en el confinamiento del escritor en Fuerteventura.

Para ello nos habló de los libros, en los que Unamuno expresa su sentir hacia la isla y hacia los isleños.

El primero de ellos es “De Fuerteventura a París” considerado como uno de los libros poéticos  más logrados por D. Miguel. Publicado en París en 1925, es como dice el subtítulo, un Diario íntimo de confinamiento y destierro. Está escrito en Sonetos, 103 concretamente y son considerados  otros tantos desahogos de su alma desterrada, que añora su patria, su Salamanca,  se acuerda de Bilbao y se revuelve contra el general que desgobernaba España y le envió al destierro, y lo hace en los términos más duros y ofensivos que haya salido nunca de la pluma de un poeta . En otras ocasiones, las más, le domina la pasión política, la defensa a ultranza de la libertad, la crítica al gobierno que suprimió las garantías constitucionales y puso  a los intelectuales fuera de la ley. En ellos se refleja dirá Unamuno toda la agonía. Agonía quiere decir lucha y de mi alma de español y de cristiano.

De Fuerteventura a París consta de 103, de los cuales los 66 primeros están dedicados a su amigo canario Ramón Castañeyra. La segunda parte  a su editor francés Jean Cassou.

El segundo libro del que nos habló Elena Díaz, fue de: ”Cartas del destierro” Entre el odio y el amor. 1924-1930. Estudio realizado por Colette y Jean Claude Rabaté.

Son un legado de 130 cartas, que forman parte del archivo epistolar de Miguel de Unamuno, correspondiéndose cronológicamente con su etapa de destierro, 1924-1930, durante la dictadura de Primo de Rivera. Las cartas que escribió desde el destierro reflejan su biografía, pero también incluye información, datos, reseñas y testimonios que nos obligan a considerarlas parte de la memoria de la España del S.XX.

Durante sus largos años de destierro, Unamuno se dedica más que nunca a la escritura, además de la poesía, que cultiva y ameniza las largas horas del destierro, cultiva el género epistolar. El epistolario es heterogéneo, por la gran cantidad de destinatarios, lo que implica un sinfín de temas tratados: la política, el quehacer literario y editorial, la preocupación  por la familia y la incertidumbre frente al porvenir.

El destierro de Unamuno empieza el 20 de febrero de 1924, cuando el gobernador civil y militar de Salamanca le comunica al profesor la orden de destierro a Fuerteventura, una orden que implica el cese en los cargos de vicerrector de la universidad de Salamanca y decano de la facultad de Filosofía y Letras de la misma y la suspensión de empleo y sueldo.

Los cuatro meses de confinamiento en Fuerteventura, representan, el descubrimiento fascinante del mar del sol, el contacto con la naturaleza y con unos habitantes acogedores que dejan una impronta indeleble en la mente del desterrado. Aunque Unamuno sufre por estar separado de los suyos y de su país, se siente enseguida atraído por Fuerteventura, ensalza la “eterna primavera” de esta “isla acamellada”  la buena comida y sana y apenas le decepciona la naturaleza “desnuda, sedienta, esquelética”. Se comporta como un verdadero turista, hace excursiones… da paseos en camellos o en barcos de vela. Le gusta que le tomen fotos, manda postales, disfruta del sol, tomándolo enteramente desnudo en la azotea de su pensión. La isla es para él un verdadero sanatorio donde parece se le alarga la vida unos años.

A partir de mediados de mayo espera en la costa por la noche, de diez y media a doce a ver si llega señal de un barco que ha de sacarle del confinamiento y finalmente el 23 de junio llega por segunda vez a la isla Henry Dumay, director de Le Quotidien,  para arreglar los últimos detalles de la evasión a bordo de la goleta L’Aiglón, que sale de Fuerteventura en la madrugada del 9 de julio hacia Las Palmas, de esta evasión se hace partícipe Unamuno, aunque al salir ya él estaba al tanto de su amnistía.  Lo que le interesa al confinado y luego exiliado es explotar a fondo su postura de víctima desde la orden que lo aleja de Salamanca. En cierta medida se “autodestierra” y a lo largo de los seis años de ausencia de España, rechaza cualquier amnistía , cueste lo que cueste. Unamuno decide exiliarse en Francia , donde estará un año pese al indulto y después en Hendaya, donde permanecerá durante cuatro años.

Ante la dimisión de Primo de Rivera a finales de enero, Unamuno empieza a organizar su regreso a España. Sus amigo de siempre   le esperan impacientes en Salamanca, donde es recibido por una multitud entusiasta. Dirigiéndose a todos desde su casa de Bordadores, les habla desde la justicia y la verdad.

Fotografías: Miguel N. Sánchez