La conferencia impartida por Natalia Galbis, nos adentra en el tema de la soledad en Miguel de Unamuno, estudiada ésta desde la perspectiva de varias obras del escritor, como El sentimiento trágico de la vida, Vida de D. Quijote y Sancho, Diario íntimo, Niebla y S. Manuel Bueno Mártir.

Unamuno se acerca al sentimiento de soledad desde la vivencia, que es única e irrepetible para cada individuo, y la define como una especie de estado del ser.

Unamuno se plantea la pregunta ¿qué ha de ser de mi propia conciencia cuando muera?  estamos ante el gran tema de la finitud del ser humano, que le llevará a la angustia vital y le creará un sentimiento agónico. Unamuno concibe a Dios como un Dios vivo, un sujeto de carne y hueso que sufre, padece y se compadece de nosotros.

Dios es un producto social, que abarca desde un individuo hasta un pueblo entero, y lo llama conciencia. El individuo crea a Dios porque necesita pensar que hay algo más allá de la nada y Unamuno sentía terror a la nada.

Tenemos hambre de infinitud, de ser eternos, anhelamos a Dios porque anhelamos eternizar nuestra propia conciencia. El hombre aspira a ser Dios, siendo la angustia de la propia finitud la que nos lleva a creer en Él. En la dicotomía fe-razón, la fe está ligada al sentimiento, es en definitiva una fe creadora que nos da esperanza, en la que creer es querer creer.

Estar solo no es lo mismo que estar aislado, se puede estar solo incluso en una multitud. Solo en soledad uno es auténtico y sincero, solo en soledad puedes aceptar ese sentimiento trágico, ese no quiero morir que recorre toda la producción de Unamuno.

Nuestra conferenciante nos lleva a la obra Niebla, en que su protagonista, Augusto Pérez se recluye en sí mismo, en su casa, en su soledad, quedando patente la idea de que el ser humano no puede vivir aislado, sino que necesita del otro, ya que sin el otro se reduce a la nada.  Solo en la soledad tendremos un diálogo con el individuo todo, una conciencia colectiva llamada humanidad. Niebla es una metaficción, un juego metaliterario entre realidad y ficción en el que Unamuno de carne y hueso se mete en la obra, habla con el ente de ficción creado por él, Augusto Pérez, al que da vida y lleva a la muerte. El personaje se rebela contra el autor y le plantea la pregunta de que tal vez sea el propio autor el que no existe.

En el ensayo Vida de  d. Quijote y Sancho,  d. Quijote será un personaje central en la vida de Unamuno, en él verá al héroe trágico por excelencia y un ejemplo del alma inmortal del pueblo español. Un héroe de ficción que alcanza la inmortalidad por medio de la locura.   D. Quijote es un loco que no se rige por las normas sociales, es un incomprendido y un solitario. El d. Quijote de Unamuno basa su fe en inmortalizarse, en dejar un nombre por el ansia de no morir. La razón atenta contra este deseo.

Para Unamuno el quijotismo es una religión de la que se extrae una moral. El hombre no vive aislado sino en sociedad, donde los individuos tienen su propia conciencia frente a la masa, que crea parásitos sociales.

En el Diario íntimo, Unamuno le pide a Dios que le dé fe, en él subyace la idea que hemos comentado anteriormente, de que creer es querer creer. Existe un Dios que no nos permitirá morir del todo Manuel Bueno Mártir, una de sus últimas obras, es un testamento espiritual de Unamuno donde se puede ver muy bien la dicotomía fe-razón que tanto persiguió nuestro escritor.

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