Filiberto Villalobos nació en Salvatierra de Tormes en 1879 y murió en Salamanca en 1955.

Su amistad con Unamuno estaba basada en el altruismo y la extraordinaria bondad. Unamuno opina de él que fue el hombre de mejor condición moral que conoció. Fueron amigos, confidentes y hasta cómplices, cuando fue necesario.
Se conocieron el 3 de febrero de 1900 en la inauguración de la sede social de “La Unión Escolar” fundada y presidida por Villalobos, meses antes de que d. Miguel fuera nombrado rector. Nace para potenciar la cultura popular entre otras cosas,
considerando que el problema raíz de España es la cultura. La asistencia a los niños sin recursos fue su preocupación.

Unamuno ejerce influencia y amistad con los médicos y mutuamente se enriquecieron. Por esta amistad con los médicos se llegó a crear un grupo denominado El coro de doctores de Fedra, estos acompañaron a Unamuno al estreno de su obra teatral en Zamora.
Villalobos fue un clínico con una maravillosa hombría de bien, destacando su pulcritud tanto espiritual como personal. En palabras de F. Blanco su cuna fue la humildad, su anhelo la justicia, su pasión la medicina y su aliento la familia, entre otras muchas virtudes.

Otro gesto de recíproca amistad tuvo lugar en 1903, con motivo de las revueltas estudiantiles que terminaron con la vida de dos estudiantes, y en la que resultó detenido Villalobos, al que d. Miguel visitaba en la cárcel.
Compartieron ocupaciones y preocupaciones como su implicación en las Campañas agrarias por ejemplo.

En 1920 Villalobos defendió a Unamuno en el juicio de Valencia. En 1924 Unamuno fue suspendido como catedrático y enviado al destierro en Fuerteventura. Filiberto junto con otros amigos, acompañan a d. Miguel en tren hasta Medina del Campo, cuando Unamuno regresa a Salamanca del exilio en 1930, fueron a recibirlo los amigos médicos entre los que se encuentra también Población.
Siendo Villalobos Ministro de Instrucción Pública, le organiza un homenaje de jubilación que se convertiría en un homenaje de la república de carácter nacional a Unamuno por su virtud y talento siendo secundado por la ciudadanía salmantina y al que asistió. el presidente de la misma Alcalá Zamora. En su condición de Ministro de Instrucción Pública Villalobos dicta el decreto de nombramiento de Unamuno como rector vitalicio y promueve la creación de la cátedra con su nombre.
Cuando Villalobos fue injustamente detenido en agosto de 1936, Unamuno protestó ante las autoridades militares, pidiendo su inmediata liberación sin conseguirlo, hasta se reunió con Franco recordándole el comportamiento de d. Filiberto cuando él y su esposa tuvieron el accidente de tráfico en Calvarrasa, obteniendo de Franco las primeras garantías de libertad para su amigo al que ponen en libertad el 20 de julio de 1938.

La amistad entre Unamuno y Villalobos durará hasta la muerte de d. Miguel. El 1 de enero de 1937 a las pocas horas de fallecer el escritor, Villalobos escribe una carta a los hijos de Unamuno donde les expresa su dolor y les recuerda la deuda de amistad irrompible que tiene con su padre, demostrándolo una vez más, diecisiete años después del fallecimiento de Unamuno, cuando el obispo de Las Palmas Antonio Pildain hizo pública la carta pastoral: ”Don Miguel de Unamuno, hereje máximo y maestro de herejías”, aconsejando a los padres y profesores que prohibieran a los jóvenes la lectura de las obras de d. Miguel. Cuando la pastoral llegó a Salamanca, Filiberto Villalobos se encargó de recorrer las librerías para comprar los ejemplares del opúsculo que cada uno tuviera.

Esta relación entre Unamuno y Filiberto Villalobos fue de verdadera amistad, y admiración mutua no sólo en vida sino hasta la muerte del médico y político salmantino, quien tenía en su despacho una foto de d. Miguel que le acompañaría siempre.

Notas tomadas de la conferencia impartida por María Villalobos, nieta de d. Filiberto y del libro “Unamuno profesor y rector” de Francisco Blanco Prieto.

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