Conferencia del destierro de Miguel de Unamuno  en    Fuerteventura, París y Hendaya, centrándose sobre todo en el confinamiento del escritor en Fuerteventura.

Para ello nos habló de los libros, en los que Unamuno expresa su sentir hacia la isla y hacia los isleños.

El primero de ellos es “De Fuerteventura a París” considerado como uno de los libros poéticos  más logrados por D. Miguel. Publicado en París en 1925, es como dice el subtítulo, un Diario íntimo de confinamiento y destierro. Está escrito en Sonetos, 103 concretamente y son considerados  otros tantos desahogos de su alma desterrada, que añora su patria, su Salamanca,  se acuerda de Bilbao y se revuelve contra el general que desgobernaba España y le envió al destierro, y lo hace en los términos más duros y ofensivos que haya salido nunca de la pluma de un poeta . En otras ocasiones, las más, le domina la pasión política, la defensa a ultranza de la libertad, la crítica al gobierno que suprimió las garantías constitucionales y puso  a los intelectuales fuera de la ley. En ellos se refleja dirá Unamuno toda la agonía. Agonía quiere decir lucha y de mi alma de español y de cristiano.

De Fuerteventura a París consta de 103, de los cuales los 66 primeros están dedicados a su amigo canario Ramón Castañeyra. La segunda parte  a su editor francés Jean Cassou.

El segundo libro del que nos habló Elena Díaz, fue de: ”Cartas del destierro” Entre el odio y el amor. 1924-1930. Estudio realizado por Colette y Jean Claude Rabaté.

Son un legado de 130 cartas, que forman parte del archivo epistolar de Miguel de Unamuno, correspondiéndose cronológicamente con su etapa de destierro, 1924-1930, durante la dictadura de Primo de Rivera. Las cartas que escribió desde el destierro reflejan su biografía, pero también incluye información, datos, reseñas y testimonios que nos obligan a considerarlas parte de la memoria de la España del S.XX.

Durante sus largos años de destierro, Unamuno se dedica más que nunca a la escritura, además de la poesía, que cultiva y ameniza las largas horas del destierro, cultiva el género epistolar. El epistolario es heterogéneo, por la gran cantidad de destinatarios, lo que implica un sinfín de temas tratados: la política, el quehacer literario y editorial, la preocupación  por la familia y la incertidumbre frente al porvenir.

El destierro de Unamuno empieza el 20 de febrero de 1924, cuando el gobernador civil y militar de Salamanca le comunica al profesor la orden de destierro a Fuerteventura, una orden que implica el cese en los cargos de vicerrector de la universidad de Salamanca y decano de la facultad de Filosofía y Letras de la misma y la suspensión de empleo y sueldo.

Los cuatro meses de confinamiento en Fuerteventura, representan, el descubrimiento fascinante del mar del sol, el contacto con la naturaleza y con unos habitantes acogedores que dejan una impronta indeleble en la mente del desterrado. Aunque Unamuno sufre por estar separado de los suyos y de su país, se siente enseguida atraído por Fuerteventura, ensalza la “eterna primavera” de esta “isla acamellada”  la buena comida y sana y apenas le decepciona la naturaleza “desnuda, sedienta, esquelética”. Se comporta como un verdadero turista, hace excursiones… da paseos en camellos o en barcos de vela. Le gusta que le tomen fotos, manda postales, disfruta del sol, tomándolo enteramente desnudo en la azotea de su pensión. La isla es para él un verdadero sanatorio donde parece se le alarga la vida unos años.

A partir de mediados de mayo espera en la costa por la noche, de diez y media a doce a ver si llega señal de un barco que ha de sacarle del confinamiento y finalmente el 23 de junio llega por segunda vez a la isla Henry Dumay, director de Le Quotidien,  para arreglar los últimos detalles de la evasión a bordo de la goleta L’Aiglón, que sale de Fuerteventura en la madrugada del 9 de julio hacia Las Palmas, de esta evasión se hace partícipe Unamuno, aunque al salir ya él estaba al tanto de su amnistía.  Lo que le interesa al confinado y luego exiliado es explotar a fondo su postura de víctima desde la orden que lo aleja de Salamanca. En cierta medida se “autodestierra” y a lo largo de los seis años de ausencia de España, rechaza cualquier amnistía , cueste lo que cueste. Unamuno decide exiliarse en Francia , donde estará un año pese al indulto y después en Hendaya, donde permanecerá durante cuatro años.

Ante la dimisión de Primo de Rivera a finales de enero, Unamuno empieza a organizar su regreso a España. Sus amigo de siempre   le esperan impacientes en Salamanca, donde es recibido por una multitud entusiasta. Dirigiéndose a todos desde su casa de Bordadores, les habla desde la justicia y la verdad.

Fotografías: Miguel N. Sánchez

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