Tertulia Unamuniana: El hereje Unamuno de Pildain

El hereje Unamuno de Pildain

El obispo de la diócesis de Canarias entre 1936 y 1966 don Antonio Pildain Zapiain, nacido en Lezo (Guipúzcoa) el 17 de enero de 1890 y fallecido en Las Palmas de Gran Canaria el 7 de mayo de 1973, fue un enemigo acerrimo de don Miguel. Escribió el 19 de septiembre de 1953 una carta pastoral con el título: Don Miguel de Unamuno, hereje máximo y maestro de herejías.

Acusaba Pildain a Unamuno de «El mayor hereje español de los tiempos modernos» por afirmar que: «Fe no es creer lo que no vimos, si no crear lo que no vemos, crearlo, vivirlo y consumirlo», «La fe es querer que dios exista», «La fe consiste en crear a dios», «La incertidumbre aliada a la desesperación forma la base de la fe», «La fe que no duda es muerta»… y así siguió relatando hasta 45 puntos.

No solo se puso en contra de la creación de la «Casa Unamuno» en Salamanca, en 1964, también se opuso  a la apertura de la «Casa museo Pérez Galdós» en Las Palmas por parecidas razones.

 

Miguel de Unamuno en la prensa salmantina

Miguel de Unamuno en la prensa salmantina

Conferencia impartida por Jesús Málaga, con fotografías de Salamanca de Vicente Sierra Puparelli.

Jesús Málaga ha seguido la trayectoria de Unamuno en la prensa salmantina, sabiendo que el seguimiento que se le hizo fue total. Málaga se detuvo en algunos episodios que le tocó vivir a D. Miguel, haciendo una selección de los mismos, por considerar el conferenciante que fueron de los hechos más relevantes que le tocó vivir a Unamuno, como ciudadano implicado y comprometido no solo en la vida pública sino también en la universitaria, como concejal, rector, etc.

Os dejamos aquí unos pocos ejemplos de acontecimientos en los que se implicó D. Miguel, el caso de los tres niños del hospicio salmantino ahogados en la pesquera del río, cuando realizaban una excursión junto a otros ochenta niños más.

El caso Boada, en que Unamuno escuchó el  desgarrador grito de sus habitantes ante la indigencia en la que vivían. Intervino también en la crisis del textil bejarano, participando en mítines donde se ponía de manifiesto la carestía y desabastecimiento de productos de primera necesidad.

En otro orden de cosas, Jesús Málaga ahondó en la implicación de Unamuno en la realización en la ciudad del busto del catedrático de Derecho Penal, Dorado Montero que abogaba por el trato humano a los presos. Destacando que su funeral fue multitudinario y que unas quinientas personas fueron hasta el cementerio civil, donde fue enterrado el catedrático, hecho este que enfadó mucho a D. MIguel.

La soledad en Miguel de Unamuno

La conferencia impartida por Natalia Galbis, nos adentra en el tema de la soledad en Miguel de Unamuno, estudiada ésta desde la perspectiva de varias obras del escritor, como El sentimiento trágico de la vida, Vida de D. Quijote y Sancho, Diario íntimo, Niebla y S. Manuel Bueno Mártir.

Unamuno se acerca al sentimiento de soledad desde la vivencia, que es única e irrepetible para cada individuo, y la define como una especie de estado del ser.

Unamuno se plantea la pregunta ¿qué ha de ser de mi propia conciencia cuando muera?  estamos ante el gran tema de la finitud del ser humano, que le llevará a la angustia vital y le creará un sentimiento agónico. Unamuno concibe a Dios como un Dios vivo, un sujeto de carne y hueso que sufre, padece y se compadece de nosotros.

Dios es un producto social, que abarca desde un individuo hasta un pueblo entero, y lo llama conciencia. El individuo crea a Dios porque necesita pensar que hay algo más allá de la nada y Unamuno sentía terror a la nada.

Tenemos hambre de infinitud, de ser eternos, anhelamos a Dios porque anhelamos eternizar nuestra propia conciencia. El hombre aspira a ser Dios, siendo la angustia de la propia finitud la que nos lleva a creer en Él. En la dicotomía fe-razón, la fe está ligada al sentimiento, es en definitiva una fe creadora que nos da esperanza, en la que creer es querer creer.

Estar solo no es lo mismo que estar aislado, se puede estar solo incluso en una multitud. Solo en soledad uno es auténtico y sincero, solo en soledad puedes aceptar ese sentimiento trágico, ese no quiero morir que recorre toda la producción de Unamuno.

Nuestra conferenciante nos lleva a la obra Niebla, en que su protagonista, Augusto Pérez se recluye en sí mismo, en su casa, en su soledad, quedando patente la idea de que el ser humano no puede vivir aislado, sino que necesita del otro, ya que sin el otro se reduce a la nada.  Solo en la soledad tendremos un diálogo con el individuo todo, una conciencia colectiva llamada humanidad. Niebla es una metaficción, un juego metaliterario entre realidad y ficción en el que Unamuno de carne y hueso se mete en la obra, habla con el ente de ficción creado por él, Augusto Pérez, al que da vida y lleva a la muerte. El personaje se rebela contra el autor y le plantea la pregunta de que tal vez sea el propio autor el que no existe.

En el ensayo Vida de  d. Quijote y Sancho,  d. Quijote será un personaje central en la vida de Unamuno, en él verá al héroe trágico por excelencia y un ejemplo del alma inmortal del pueblo español. Un héroe de ficción que alcanza la inmortalidad por medio de la locura.   D. Quijote es un loco que no se rige por las normas sociales, es un incomprendido y un solitario. El d. Quijote de Unamuno basa su fe en inmortalizarse, en dejar un nombre por el ansia de no morir. La razón atenta contra este deseo.

Para Unamuno el quijotismo es una religión de la que se extrae una moral. El hombre no vive aislado sino en sociedad, donde los individuos tienen su propia conciencia frente a la masa, que crea parásitos sociales.

En el Diario íntimo, Unamuno le pide a Dios que le dé fe, en él subyace la idea que hemos comentado anteriormente, de que creer es querer creer. Existe un Dios que no nos permitirá morir del todo Manuel Bueno Mártir, una de sus últimas obras, es un testamento espiritual de Unamuno donde se puede ver muy bien la dicotomía fe-razón que tanto persiguió nuestro escritor.

Tertulia Unamuniana: Los amigos franceses de don Miguel

D. Miguel contó con muy buenos amigos franceses, entre los que destacamos: Camille Pitollet, Maurice Legendre, Jacques Chevalier, Marcel Bataillon, Jean Cassou entre otros, eran profesores, hispanistas y traductores. Manteniendo con la mayoría de ellos una relación de amistad que en algunos casos duraría hasta su muerte en 1936.
Unamuno sintió gran interés por las letras francesas, aunque era una relación de amor-odio, de cierto desdén en ocasiones, definido como misogalismo, es decir, cierta repugnancia hacia la alegría de vivir de que hacían gala y que Unamuno no compartía.

La característica común que encontramos en estos amigos es que muchos visitaron a Unamuno en Salamanca, éste les enseñaba la ciudad, siendo un guía incomparable para ellos. Los académicos franceses se maravillaron de su conocimiento de la literatura y del pensamiento francés además de su amor a Francia.
Con amigos como Legendre recorrió la Sierra salmantina y la región desolada de las Hurdes, la amistad entre ambos, tendría por marco los parajes de Salamanca. Esta relación comenzó en 1909 y duró hasta la muerte de d. Miguel en 1936.
Otro amigo con el que mantuvo una larga y fructífera relación fue Chevalier, expresada en el copioso epistolario cruzado entre ambos. Debieron conocerse en 1911 y su amistad duraría también hasta la muerte de escritor.

La visita a la comarca de las Hurdes que Unamuno realizó a comienzos de 1913 duró cinco días, tendría como protagonistas a Legendre, Chevalier y el tío Ignacio de la Alberca y quedó inmortalizada en el libro de Unamuno: Andanzas y visiones españolas, Legendre también escribió sobre esta región a la que definió como “El corazón de España” resaltando que esta zona no es la vergüenza de España, sino que en cierto sentido es el honor de España, porque ¡ hay que ver lo estoicamente que han trabajado aquellos pobres hurdanos para arrancar un mísero sustento a la tierra ingrata!
Tanto Chevalier como Legendre proveyeron a Unamuno de libros franceses, quien gustaba de informarles sobre sus lecturas.
Otro de sus amigos, Jean Cassou será su agente literario en París, su traductor. El primer libro que Unamuno publica fuera de España es De Fuerteventura a París, vio la luz en la capital francesa y la segunda parte está dedicada por Unamuno a Cassou.
Con muchos de ellos compartió preocupaciones como las luchas políticas y la desazón por el curso político nacional en tiempos de la república, también el destierro en París, donde se encontraba solo, alejado de su familia, invadido por una tristeza profunda, después en Hendaya, desde la que ve, casi oye y desde luego siente su España fronteriza y su regreso a España, además de preocupaciones familiares y la tristeza y soledad que siente tras la muerte de su esposa Concha.

Miguel de Unamuno, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca

Miguel de Unamuno, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca.

Fue en 2012 cuando el Ayuntamiento de Salamanca presidido por Alfonso Fernández Mañueco, restituyó a Unamuno su acta de concejal, nombrándole al mismo tiempo Hijo Adoptivo de Salamanca y concediéndole la póstuma Medalla de Oro de la ciudad, recuperando con estos gestos la memoria política y social del vecino más ilustre que ha tenido la capital charra.

La Universidad de Salamanca se sumó el pasado día 6 de marzo al reconocimiento universitario a don Miguel de Unamuno y Jugo, con motivo del centenario de su destierro a Fuerteventura en 1924, concediéndole la máxima distinción académica que otorga el Estudio desde su fundación, traducida en el Doctorado Honoris Causa a título póstumo, en un protocolario acto institucional. siguiendo el procedimiento ceremonial en lengua latina, establecido en sus Estatutos.

La comitiva presidencial, formada por el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; el rector de la Universidad, Ricardo Rivero; el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo; el presidente del Consejo Social de la Universidad, Ignacio Sánchez Galán; el ofreciente de Laudatio, Pablo Unamuno; la directora de la Casa Museo Unamuno, Ana Chaguaceda; y la nieta receptora del doctorado, Salomé de Unamuno,  se detuvo ante la puerta del Paraninfo para descubrir en el lienzo de la pared inmediata el Vítor del  futuro doctor Unamuno, recogiendo en piedra la frase del “doctorando”: “No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas”.

Descubierto el Vítor, se procedió a la ceremonia de investidura, en acto tan protocolario y solemne, como entrañable, íntimo y personal, al que fueron invitados los miembros de la Junta Directiva de la Asociación Amigos de Unamuno, que asistieron en representación de todos los socios que a ella pertenecen.

Tras completarse el aforo público del Paraninfo universitario, hicieron su entrada procesional los doctores de diferentes Facultades precedidos de la música de chirimías, el maestro de ceremonias y dos bedeles, cerrando el cortejo el rector, Ricardo Rivero, junto al presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ocupando el primero de ellos la presidencia del acto y abriéndolo, antes de que Pablo Unamuno, nieto de don Miguel y consocio nuestro, le pidiera venia al rector para pronunciar la Laudatio (elogio) desde la tribuna de oradores, haciendo un recorrido laudatorio por la vida de don Miguel.

Concluido el elogio, Pablo se posicionó de pie frente al rector, pidiéndole que concediera el Doctorado Honoris Causa a Miguel de Unamuno Jugo, aceptando el rector la petición y otorgando dicho honor a don Miguel, procediendo a recoger en bandeja de plata el birrete negro y medalla, los nietos Miguel y Salomé de Unamuno, únicos descendientes vivos a quienes Unamuno tuvo en sus brazos, quedando así incorporado Unamuno al Colegio de Doctores de la Universidad de Salamanca con todos los honores a los que tiene derecho en ella y en cualquier lugar del orbe.

Los nietos receptores del nombramiento, como representantes de la familia Unamuno, pronunciaron en la tribuna breves palabras de agradecimiento, antes que el director del Centro de la Memoria Histórica, Severiano Hernández Vicente, entregara a la directora de la Casa Museo Unamuno, Ana Chaguaceda, el título concedido a Unamuno como Ciudadano de Honor de la República, con banda incluida, para su custodia en dicho centro,

Intervino finalmente el rector pronunciando cercanas palabras que concluyeron con el protocolario: “¡Don Miguel de Unamuno y Jugo! ¡Vitor!”, cerrando el acto el coro universitario entonando el Gaudeamus Igitur, antes de que el rector clausurará la ceremonia con la ritual frase: “Universitas Estudi Salmantini!”, respondida con un “¡Vitor!”, desfilando posteriormente los doctores hacia el exterior de la sala tras las chirimías, precedidos por el maestro de ceremonias y los dos bedeles.