La política del último Unamuno

La política del último Unamuno

El doctor y catedrático en filosofía don Eduardo Pascual Mezquita en su obra: «La política del último Unamuno«, examina el pensamiento político de Miguel de Unamuno entre 1930 y 1936, enfocado en su reacción ante la Segunda República Española y la Guerra Civil. Pascual Mezquita argumenta que Unamuno pasó de una postura inicialmente favorable a la República a una crítica severa debido a su desilusión con sus derivas autoritarias y sectarias. El libro destaca la defensa inquebrantable de Unamuno por la libertad de expresión y su conflicto abierto con el franquismo, culminando en su famosa confrontación con Millán-Astray en Salamanca. Mezquita utiliza cartas, discursos y ensayos para ilustrar esta evolución y su impacto en la obra y vida de Unamuno.

Unamuno y su Bilbao melancólico

Unamuno y su Bilbao melancólico

El profesor Diáz Freire nos traslada al Bilbao que siempre recordó don Miguel, aquel «Bochito» de antes de la llegada de la industrialización, aquel Bilbao de 1874 antes de que se iniciase la transformación.

Dedica Unamuno «Paz en la guerra» a aquel Bilbao que sentía, soñaba y vivía. Describe las calles idealizadas: Cruz, Sombrerería, Banco de España, … y condensa todo su sentimiento en la «Plaza nueva». Nos habla en otros pasajes de las «siete calles» y de los montes Artxanda y Pagasarri. 

Siente Unamuno tristeza por la pérdida de su Bilbao «Poetico». Un Bilbao que en 1869 tenía 18.000 habitantes y una extensión de 32 Ha. y que pasa a tener 130.000 habitantes y una extensión de 190 Ha. en 1874. «Mi pueblo me es extraño; mi Bilbao ya no existe; por donde un día fueron sus afueras hoy me paseo triste»… La misma queja que mostraría, posteriormente en Salamanca por las «transformaciones súbitas» de los núcleos urbanos y la aparición de los «ensanches».

«Con la cabeza se memora, con el corazón se re – cuerda» dice Unamuno siguiendo al pensador danés Søren Aabye Kierkegaard. Con la lectura de la obra Mari-Santa, de Antonio de Trueba, recupera Unamuno el interés por volver a «poetizar» Bilbao ya que lo costumbrista no funciona.

Historia e intrahistoria en Miguel de Unamuno

Historia e intrahistoria en Miguel de Unamuno

(Francisco Blanco Prieto, presidente de honor de la Asociación)

Miguel de Unamuno llamó intrahistoria a la historia de los personajes cotidianos, el pueblo llano, que es quien verdaderamente construye la historia y hace avanzar al mundo.

La historia suele centrarse en los grandes personajes y los hechos más relevantes, los que Unamuno definió como “islotes”, es decir, aquello que sobrenada en el océano, lo que hay debajo constituye la intrahistoria.

Reyes, nobles, cortesanos, conquistadores, guerreros, … son habituales en la historia, mientras que la vida del pueblo, las vicisitudes de la plebe son olvidadas (Esto aburre al lector, dicen algunos).

Unamuno, en su obra “En torno al casticismo”, al término “historia”, definido como “el presente momento histórico, que cristaliza en los libros y registros”, contrapone el de “intrahistoria” que define como “la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana”.

Miguel de Unamuno en la prensa salmantina

Miguel de Unamuno en la prensa salmantina

Conferencia impartida por Jesús Málaga, con fotografías de Salamanca de Vicente Sierra Puparelli.

Jesús Málaga ha seguido la trayectoria de Unamuno en la prensa salmantina, sabiendo que el seguimiento que se le hizo fue total. Málaga se detuvo en algunos episodios que le tocó vivir a D. Miguel, haciendo una selección de los mismos, por considerar el conferenciante que fueron de los hechos más relevantes que le tocó vivir a Unamuno, como ciudadano implicado y comprometido no solo en la vida pública sino también en la universitaria, como concejal, rector, etc.

Os dejamos aquí unos pocos ejemplos de acontecimientos en los que se implicó D. Miguel, el caso de los tres niños del hospicio salmantino ahogados en la pesquera del río, cuando realizaban una excursión junto a otros ochenta niños más.

El caso Boada, en que Unamuno escuchó el  desgarrador grito de sus habitantes ante la indigencia en la que vivían. Intervino también en la crisis del textil bejarano, participando en mítines donde se ponía de manifiesto la carestía y desabastecimiento de productos de primera necesidad.

En otro orden de cosas, Jesús Málaga ahondó en la implicación de Unamuno en la realización en la ciudad del busto del catedrático de Derecho Penal, Dorado Montero que abogaba por el trato humano a los presos. Destacando que su funeral fue multitudinario y que unas quinientas personas fueron hasta el cementerio civil, donde fue enterrado el catedrático, hecho este que enfadó mucho a D. MIguel.

La soledad en Miguel de Unamuno

La conferencia impartida por Natalia Galbis, nos adentra en el tema de la soledad en Miguel de Unamuno, estudiada ésta desde la perspectiva de varias obras del escritor, como El sentimiento trágico de la vida, Vida de D. Quijote y Sancho, Diario íntimo, Niebla y S. Manuel Bueno Mártir.

Unamuno se acerca al sentimiento de soledad desde la vivencia, que es única e irrepetible para cada individuo, y la define como una especie de estado del ser.

Unamuno se plantea la pregunta ¿qué ha de ser de mi propia conciencia cuando muera?  estamos ante el gran tema de la finitud del ser humano, que le llevará a la angustia vital y le creará un sentimiento agónico. Unamuno concibe a Dios como un Dios vivo, un sujeto de carne y hueso que sufre, padece y se compadece de nosotros.

Dios es un producto social, que abarca desde un individuo hasta un pueblo entero, y lo llama conciencia. El individuo crea a Dios porque necesita pensar que hay algo más allá de la nada y Unamuno sentía terror a la nada.

Tenemos hambre de infinitud, de ser eternos, anhelamos a Dios porque anhelamos eternizar nuestra propia conciencia. El hombre aspira a ser Dios, siendo la angustia de la propia finitud la que nos lleva a creer en Él. En la dicotomía fe-razón, la fe está ligada al sentimiento, es en definitiva una fe creadora que nos da esperanza, en la que creer es querer creer.

Estar solo no es lo mismo que estar aislado, se puede estar solo incluso en una multitud. Solo en soledad uno es auténtico y sincero, solo en soledad puedes aceptar ese sentimiento trágico, ese no quiero morir que recorre toda la producción de Unamuno.

Nuestra conferenciante nos lleva a la obra Niebla, en que su protagonista, Augusto Pérez se recluye en sí mismo, en su casa, en su soledad, quedando patente la idea de que el ser humano no puede vivir aislado, sino que necesita del otro, ya que sin el otro se reduce a la nada.  Solo en la soledad tendremos un diálogo con el individuo todo, una conciencia colectiva llamada humanidad. Niebla es una metaficción, un juego metaliterario entre realidad y ficción en el que Unamuno de carne y hueso se mete en la obra, habla con el ente de ficción creado por él, Augusto Pérez, al que da vida y lleva a la muerte. El personaje se rebela contra el autor y le plantea la pregunta de que tal vez sea el propio autor el que no existe.

En el ensayo Vida de  d. Quijote y Sancho,  d. Quijote será un personaje central en la vida de Unamuno, en él verá al héroe trágico por excelencia y un ejemplo del alma inmortal del pueblo español. Un héroe de ficción que alcanza la inmortalidad por medio de la locura.   D. Quijote es un loco que no se rige por las normas sociales, es un incomprendido y un solitario. El d. Quijote de Unamuno basa su fe en inmortalizarse, en dejar un nombre por el ansia de no morir. La razón atenta contra este deseo.

Para Unamuno el quijotismo es una religión de la que se extrae una moral. El hombre no vive aislado sino en sociedad, donde los individuos tienen su propia conciencia frente a la masa, que crea parásitos sociales.

En el Diario íntimo, Unamuno le pide a Dios que le dé fe, en él subyace la idea que hemos comentado anteriormente, de que creer es querer creer. Existe un Dios que no nos permitirá morir del todo Manuel Bueno Mártir, una de sus últimas obras, es un testamento espiritual de Unamuno donde se puede ver muy bien la dicotomía fe-razón que tanto persiguió nuestro escritor.

Unamuno y Lázaro

Unamuno y Lázaro: Autor y editor. 1893-1914

 Lázaro Galdiano, 1862-1947. Editor, bibliófilo y gran coleccionista de arte. Es el editor de la Revista España Moderna, cuyo primer número sale en 1889. Las expectativas que tenía con la revista las muestra en las declaraciones en que dice que le gustaría que la revista fuera de carácter cosmopolita y universal, tenía unas doscientas páginas y era por suscripción popular, siendo los suscriptores mayoritariamente españoles, europeos y americanos.

Es de destacar la labor de Lázaro por la cultura. Entre 1912 y 1918 fue miembro del Patronato del Museo del Prado, en 1924 se hace socio del Ateneo de Madrid.

Veinte años de relación estrecha es la que mantuvieron Unamuno y Lázaro, también epistolar, aunque se desconoce el paradero de las cartas de Unamuno a Lázaro.

En 1893 Unamuno empieza a traducir para La España Moderna, encontrando en Lázaro afecto, consejo y amistad, a lo que Unamuno le correspondía con gratitud.

Lázaro le publicó a Unamuno en 1895 En torno al casticismo y en 1911 Del sentimiento trágico de la vida.

Emilia Pardo Bazán puso a Lázaro en contacto con los intelectuales de la época, muchos pertenecientes a la generación del 98, todos escribieron en España Moderna. A Unamuno lo fichará más adelante y llevará junto con Meléndez Pelayo la línea editorial de la revista.

Unamuno fue la gran apuesta de Lázaro, según él “es el más elocuente y el que está más agradecido de publicar en la España Moderna”. Manifestará Unamuno que la editorial le proporcionó más que trabajo, fe y ayuda espiritual, entusiasmo por la cultura. Lázaro le comunica a Unamuno que seguirá con la editorial, mientras las pérdidas no afecten a su patrimonio.

Unamuno tradujo entre otros a Spencer, traducción que satisfizo mucho al editor. En la primera carta fechada el 26 de noviembre de 1893, le dice que le remitirá doscientas pesetas por la traducción.

Lázaro recurrió a Unamuno para traducir y para escribir artículos, le muestra sus preferencias por la publicación de cuentos y obras costumbristas, más que de lingüística que según él, no tenía lectores, el editor  tenía mucha confianza en Unamuno y le ofrece un puesto en la editorial, le dice: Sabe cuánto empeño tengo en todo lo suyo, también le aconseja sobre su porvenir de si se iba a Argentina como era su deseo: no viviría tan bien como en España, la vida allí es difícil”.

Unamuno traducía del inglés y del alemán y estuvo siempre muy agradecido a su amigo por la confianza depositada en él. En los años 1897-98 disminuyen las colaboraciones de Unamuno por diversos problemas tanto de índole personal como profesional.

Según Unamuno, Lázaro es uno de los bienhechores de la intelectualidad española, este le pedirá ayuda para sus amigos: Candamo, Santa Cruz y Zulueta, escritores que cumplían con las expectativas del editor unos más que otros: “A su recomendado Zulueta lo he recibido como a todo el que llega de la mano de V. veremos como sale”.

En 1901 propone a Unamuno que se fuera a Madrid en cuanto pudiera.

Lázaro confía en la pluma de Unamuno para que escribiera una semblanza de su persona para ser publicada en Argentina, Unamuno escribió un artículo titulado “Forjador de cultura” título muy elocuente sobre lo que pensaba de este editor tan importante para d. Miguel y tan desconocido para el gran público.