D. Miguel contó con muy buenos amigos franceses, entre los que destacamos: Camille Pitollet, Maurice Legendre, Jacques Chevalier, Marcel Bataillon, Jean Cassou entre otros, eran profesores, hispanistas y traductores. Manteniendo con la mayoría de ellos una relación de amistad que en algunos casos duraría hasta su muerte en 1936.
Unamuno sintió gran interés por las letras francesas, aunque era una relación de amor-odio, de cierto desdén en ocasiones, definido como misogalismo, es decir, cierta repugnancia hacia la alegría de vivir de que hacían gala y que Unamuno no compartía.
La característica común que encontramos en estos amigos es que muchos visitaron a Unamuno en Salamanca, éste les enseñaba la ciudad, siendo un guía incomparable para ellos. Los académicos franceses se maravillaron de su conocimiento de la literatura y del pensamiento francés además de su amor a Francia.
Con amigos como Legendre recorrió la Sierra salmantina y la región desolada de las Hurdes, la amistad entre ambos, tendría por marco los parajes de Salamanca. Esta relación comenzó en 1909 y duró hasta la muerte de d. Miguel en 1936.
Otro amigo con el que mantuvo una larga y fructífera relación fue Chevalier, expresada en el copioso epistolario cruzado entre ambos. Debieron conocerse en 1911 y su amistad duraría también hasta la muerte de escritor.
La visita a la comarca de las Hurdes que Unamuno realizó a comienzos de 1913 duró cinco días, tendría como protagonistas a Legendre, Chevalier y el tío Ignacio de la Alberca y quedó inmortalizada en el libro de Unamuno: Andanzas y visiones españolas, Legendre también escribió sobre esta región a la que definió como “El corazón de España” resaltando que esta zona no es la vergüenza de España, sino que en cierto sentido es el honor de España, porque ¡ hay que ver lo estoicamente que han trabajado aquellos pobres hurdanos para arrancar un mísero sustento a la tierra ingrata!
Tanto Chevalier como Legendre proveyeron a Unamuno de libros franceses, quien gustaba de informarles sobre sus lecturas.
Otro de sus amigos, Jean Cassou será su agente literario en París, su traductor. El primer libro que Unamuno publica fuera de España es De Fuerteventura a París, vio la luz en la capital francesa y la segunda parte está dedicada por Unamuno a Cassou.
Con muchos de ellos compartió preocupaciones como las luchas políticas y la desazón por el curso político nacional en tiempos de la república, también el destierro en París, donde se encontraba solo, alejado de su familia, invadido por una tristeza profunda, después en Hendaya, desde la que ve, casi oye y desde luego siente su España fronteriza y su regreso a España, además de preocupaciones familiares y la tristeza y soledad que siente tras la muerte de su esposa Concha.