.Unamuno publicista en Salamanca
Francisco Blanco Prieto
El 8 de enero de 1924 decía Unamuno en “Mi primer artículo” publicado en El Noticiero Bilbaíno, que llevaba escritos “más de 4.000 artículos” en diferentes medios periodísticos, hasta contabilizar unos 4.800 artículos al final de sus días, 167 de los cuales fueron publicados en 23 periódicos de la prensa salmantina, de los 129 diarios que hubo en la ciudad entre 1891 y 1936.
Anonadante puede calificarse la producción periodística de Unamuno, más meritoria si consideramos que fue escrita a mano, con plumilla y sin apenas correcciones, – como el resto de su ingente obra -, desde aquel lejano 27 de diciembre de 1879 en que publicó con 15 años de edad su primer artículo en El Noticiero Bilbaíno con el título “La unión constituye la fuerza”, firmado con el seudónimo X, en el que se dolía por la fatídica ley de 31 de julio de 1876, que abolía los fueros vascos dejando sólo “autonomía administrativa”, afirmando que para reponerse de la caída era necesario esfuerzo común y unión, pues sin estas condiciones era imposible levantarse.
Pero no fue éste el único seudónimo que utilizó el joven Unamuno en sus comienzos periodísticos. El autor de este artículo tiene contabilizados 27 sobrenombres, entre los que se encuentran: Yo, Yo mismo, X, Manu Ansari, A.S.G., U., U.J., M. de U., Entrambos Mares, Don Fulgencio, Exóristo, Juan Fernández, Víctor M. M. de U., Menaguito, R.M.C., Un amigo, Tu amigo, Rafael U., Unusquisque, Augusto Pérez Niebla, BaserritarBat, Un suscriptor, J.U., Clemente de Trápaga, Peru Errotaco, Heteros y Errazu. Todos ellos ocultando al publicista Miguel de Unamuno y Jugo.
Unamuno, cuya firma era solicitada por los periódicos más importantes de España y América, colaboró con la prensa salmantina a lo largo de toda su vida, pero cuando más intensamente lo hizo fue en su primera década de asentamiento en Salamanca, confiando posteriormente sus artículos a periódicos alejados de la ciudad, manteniendo asidua colaboración con algunos de ellos, entre los que destacan La Lucha de Clases, El Socialista, El Sol, Ahora, El Mercantil Valenciano y La Nación de Buenos Aires, como más representativos.
Cuando Unamuno llegó a Salamanca en 1891, difundían noticias en la ciudad varios periódicos, entre los que destacaban: La Libertad, diario republicano con interés político y literario, nacido el 1 de mayo de 1891, relacionado con el movimiento krausista de la Institución Libre de Enseñanza y dirigido por Enrique Soms Castelín, compañero de don Miguel en la cátedra de Griego, iniciando el joven catedrático vasco su colaboración en él durante el verano de 1891, cuando todavía no se había asentado en la ciudad; El Adelanto, propiedad de Francisco Núñez y dirigido entonces por Luis Caballero Noguerol; La Información, diario integrista y órgano de Gil Robles, que dirigía Manuel Sánchez Asensio; El Fomento, en manos de Bajo Cid, de irregular publicación; La Tesis, integrista, también dirigido en un tiempo por Sánchez Asensio; La Región, tan conservador que criticaba el “liberalismo” del Padre Cámara, hasta ser condenado por éste; El Criterio, periódico católico sin especial trascendencia; La Democracia, también promovido por Enrique Soms; y La Semana Católica, entre los más destacados.
Era La Libertad un periódico diario editado por la imprenta Hidalgo, en el que colaboró también Dorado Montero y otros catedráticos de la Universidad, firmando Unamuno sus artículos con el seudónimo “Unusquisque”, hasta su desaparición el 12 de diciembre de 1891, en su número 194, por el anticlericalismo reflejado en sus páginas, condenado por el obispo Cámara el 1 de septiembre por “sustentar en sus escritos doctrinas contrarias a la moral y dogma católicos”, siendo denunciado en noviembre por injurias de Unamuno al alcalde y al prelado.
La desaparición de este periódico alentó el ánimo de Soms para fundar en enero de 1892 un nuevo periódico republicano titulado La Democracia, en el que siguió colaborando Unamuno hasta su desaparición el 1 de septiembre de ese año, por enfermedad de su propietario y director.
Tenemos constancia de que Unamuno publicó sus artículos en 23 periódicos de la capital salmantina, siendo obligado citar entre todos ellos: La Libertad, El Noticiero Salmantino, El Combate, Tradición y Progreso, Albores, La Dinamita, El Diario, La Tribuna, El Castellano, Gente Joven, El Microbio, La Ciudad, Cultura y Tolerancia, El Obrero, La Tribuna Escolar y La Semana.
Y, por supuesto, El Adelanto, donde dio vida a 57 artículos, desde el 19 de noviembre de 1899 cuando apareció su primer escrito en forma de carta al director, hasta el 20 de mayo de 1936 en que el periódico publicó el recuerdo que don Miguel hizo en memoria de su entrañable amigo y médico de cabecera, Hipólito Rodríguez Pinilla, en la Casa Charra de Madrid.
Unamuno se maneja en la página periodística con una maestría, cercana a la perfección. Es un torbellino ideológico, aderezado con la inmediatez exigida en este género literario. Sus comprometidas columnas pretenden desterrar pensamientos enmohecidos. Son comentarios que van dirigidos a la somnolencia ciudadana con intención de agitar los espíritus dormidos. Propuestas antiguas que iluminan todavía hoy el camino a seguir. Eterna actualidad de la inmutable realidad humana. Verdades de barquero que remueven entrañas y activan compromisos. Provocaciones a líderes políticos y religiosos, sin reparar en las consecuencias. Torpedos a la línea de flotación de sillones públicos, báculos eclesiásticos y mazos judiciales. Denuncias de nepotismo, abuso, incompetencia y caprichos de administradores públicos. Y páginas sabias de historia viva que bien merecen un espacio en los libros de texto.
¿Sobre qué habló Unamuno a sus vecinos charros en la capital del Tormes? Pues sobre todo aquello que tenía interés para ellos, por simples que fueran los argumentos que inspiraban sus artículos. En sus columnas les ofreció poesías y canciones de cuna. Les exhortó a tener valor moral para defender causas justas. Animó sus espíritus a la solidaridad. Les habló de la dulzura de la siesta; del valor de la lengua española; de la liga contra el tresillo; de cómo llegar a la cultura; del campo y la ciudad; de la Batalla de Arapiles; de Marruecos; de sus recuerdos salmantinos en París; de profecías y revoluciones; de Constitución y República; de raza y anarquismo; de psicología de masas; de ensueños lingüísticos en la madrugada y del poeta Eugenio de Castro. Emotivos son los recuerdos in memoriam que Unamuno dedicó en las páginas de El Adelanto a sus entrañables amigos Gabriel y Galán, Bartolomé de Cossío, Valle Inclán, y los hermanos Rodríguez Pinilla. A Enrique Esperabé testimonió el afecto que sentía por su padre Mamés, al tiempo que desmentía al ministro Romanones, negando que la Universidad de Salamanca fuera una coladera.
Se quejó en la Plana Literaria publicada el 13 de mayo de 1907 de que la situación reinante incidiera negativamente en la creación literaria. El domingo 15 de marzo de 1908, el catalanista Cambó pronunció un discurso en el Círculo Mercantil, al que respondió Unamuno en El Adelanto, diez días después, reafirmando el imperio de la lengua.
En sus artículos también se interesó por pequeños detalles de convivencia cívica, relacionados con la higiene pública. Así, cuando en abril de 1910 se proyectaba el alcantarillado, escribió: “Muy bien el alcantarillado, pero no estaría de más que para demostrar que somos dignos de él, no se permitiese que estén los aledaños de la Catedral, convertidos en excusado público, donde ante las barbas de los agentes de la autoridad hacen niños, adultos y ancianos, sus necesidades mayores y menores”. Días después, propuso al Concejo llevar el agua a las casas, antes que el alcantarillado. Un tema hoy candente, que lo fue también entonces, es de la emigración de los jóvenes salmantinos a la que Unamuno se opuso en diciembre de 1912. Cuando se produjo su destitución rectoral, escribió al director del periódico una carta abierta el 4 de septiembre de 1914, diciéndole que se le había despachado como a un perro.
Cerramos esta introducción a la tertulia con las palabras escritas por Unamuno en el artículo “Retórica y sinceridad”, publicado en El Adelanto el 1 de septiembre de 1901, donde expresaba a los salmantinos su código de conducta sin fisuras ni duda alguna: “La falta de sinceridad esclaviza a los hombres a una absurda consecuencia y los petrifica en una ridícula invariabilidad de convicciones, pues cuando sienten en su interior la voz de la vida y de la verdad, la ahogan. Nada más bello que la sinceridad”. No olvidemos que su lema fue: “La verdad por encima de la paz”.